Tricicle dirige un musical de comedia, Forever Young, un espectáculo tierno sin rozar jamás lo cursi, divertido sin caer nunca en el mal gusto, inteligente pero para públicos de cualquier edad. Una comedia en la que se cantan (muy bien) canciones que forman parte de nuestro ADN. Una bocanada de aire fresco en el mundo del musical convencional. Un aliento de esperanza. Un canto a ‘vivir el día a día’, porque la vida son dos días, no la malgastemos.
Seis viejos centenarios pasan una velada en el escenario de un teatro reconvertido en asilo de artistas. Algunas noches, los residentes se visten con sus mejores galas y rememoran (o inventan) sus éxitos de antaño en compañía de una enfermera empeñada en martirizarles con canciones infantiles que potencien su psicomotricidad, pero en cuanto ella les deja solos, su indómito espíritu rockero sale para dejar constancia de que no han dejado de ser lo que siempre han sido, Rockeros; y cantan y gritan y bailan tanto como les permiten sus delicados esqueletos.
Seis actores jóvenes se interpretan a sí mismos, o a lo que serán dentro de cincuenta años.
Forever Young es una bocanada de aire fresco en el mundo del musical convencional. El musical que Tricicle hubiese hecho si en la Ruleta de la Fortuna les hubiese tocado saber cantar.