Foto: Sergio Parra
¿Cuánta poesía le queda a nuestro mundo? ¿Quién la espera? ¿Quién la necesita? ¿Y cómo vamos a detenernos para poder encontrarla?
La historia de nuestros clásicos es también la historia de su reescritura textual y escénica. La práctica de la refundición, de la adaptación o de la versión -y hay que nombrarlo: también del plagio o de la usurpación- es parte sustancial de la configuración de nuestro legado clásico. Un legado que debe ser custodiado y compartido desde nuestro presente, pero también observado como un sustrato vivo, capaz de generar nuevos materiales, miradas y reescrituras. Por lo tanto, no presentamos aquí meras versiones o adaptaciones, sino nuevas piezas que dialoguen desde la contemporaneidad con nuestro legado clásico.
Las fórmulas de esta mirada son tan diversas como las creadoras y los creadores invitados a participar: autoficción, conferencias performáticas, instalaciones, etc. Son pequeñas piezas ideadas para convivir durante unos días con sus ‘hermanas mayores’, tomándolas como disparador y punto de partida.
Alberto Conejero inicia este ciclo con Esta primavera fugitiva, su particular diálogo con El príncipe constante. En la propuesta -titulada con uno de los versos de la obra de Calderón-, Conejero entrelaza fragmentos de la pieza y de la biografía de Calderón, con algunos episodios y personajes del mítico montaje de Grotowski y con otros llegados de su universo familiar.