Un cara a cara con el abismo
Forjado como actor en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, el actor, dramaturgo y director de escena Daniel Teba pasó también por sitios tan dispares como el Teatro de La Zarzuela o los cursos de Will Keen y Greg Hicks. En 2013 forma su propia compañía con la obra En el cielo de mi boca, del dramaturgo José Padilla, dirigida por Íñigo Rodríguez-Claro, un montaje que llegó a presentar en París.
Durante este curso ha estado en residencia en Naves Matadero creando esta nueva pieza que ahora ve la luz. En un tiempo oscuro es la evolución lógica que comienza con su espectáculo anterior, El espectro de Brocken. Desde entonces, su trabajo se ha ido centrando cada vez más en la búsqueda de un teatro contemporáneo apoyado en un estilo y un lenguaje personal que combina la actuación, la dramaturgia y la dirección como un mismo camino hacia la expresión dramática. Sin duda, Teba es una voz joven de las artes vivas españolas que tenemos que seguir muy de cerca a partir de ya. Y una buena forma de introducirnos en su universo creativo es acercarnos al Matadero y sumergirnos En un tiempo oscuro.
Esta pieza nace de dos lugares distintos: del constante interés de Teba por el mundo de la tragedia griega y los mitos, y de su necesidad de ser otro. “Se alimenta del ansia de descubrir un camino desconocido que se encuentra entre la fascinación, el misterio y el miedo”, dice el creador. “Abandonados en una suerte de extrañamiento que oscila entre lo trágico y lo onírico, los personajes tendrán que hacer frente de manera individual a un rito de paso para salvarse a sí mismos en un mundo convulsionado por la violencia, la fe, la ética, el amor y la filosofía, dentro de unas reglas en las que no hay transformación posible sin sacrificio. Es un cara a cara con el abismo. Con su lado más puro y más oscuro. La última contienda que, quizá, desemboque en un nuevo renacer. En una sola noche experimentarán un viaje como el de Ulises o Hércules, lleno de pruebas e iluminaciones para testar su existencia, siendo ésta una incógnita a despejar”.
Como escribió el poeta Theodore Roethke “en un tiempo oscuro, el ojo comienza a ver”, y en última instancia sólo quedará vivir o hacer que se vive hasta los límites de lo imposible.