El viento es salvaje es una divertidísima tragicomedia de Las Niñas de Cádiz. Una recreación libérrima de dos de los personajes femeninos más apasionantes de la historia de la cultura universal, Fedra y Medea. Ganadora del Premio MAX a Mejor Espectáculo revelación 2020.
Dos amigas. Tan amigas que son hermanas. Unidas desde la infancia por un amor y una fidelidad inquebrantables. Compartiendo todo: juguetes, ropa, cigarros, colorete… Solo una sombra sobre su amistad:
“Mientras que una crecía confiada
Mimada por la vida y sonriente
La otra se sentía desgraciada…”.
Este espectáculo es una reflexión lúdica y ‘jonda’ sobre la suerte. Sobre los celos y la culpa, las pasiones y los amores prohibidos. Es una tragedia, en verso, con todos los elementos clásicos del género, pero atravesada por la carcajada, como no podía ser de otra manera en un espectáculo de Las Niñas de Cádiz. Porque sabemos que en toda historia terrible hay una paradoja que puede llevar a la comedia; y al contrario, en todo arranque de humor hay un fondo de tragedia.
El viento es salvaje es una recreación libérrima de dos de los personajes femeninos más apasionantes de la historia de la cultura universal: Fedra y Medea. El autor a través del cual las conocimos, Eurípides, ha sido considerado tradicionalmente un experto conocedor y hábil retratista de las pasiones femeninas. Para una compañía integrada por mujeres, la tentación de bucear en estos seres humanos era casi imposible de resistir. Eso sí: nosotras nos traemos a estas dos heroínas al sur del sur, a Cádiz, y nos preguntamos: “¿Cómo haríamos nosotras una tragedia? ¿Cómo resonarían estos mitos clásicos enmarcados en nuestro paisaje, narrados con nuestro acento?”.
Durante todo el proceso, nos hemos dejado guiar por la fascinación que ejercen sobre nosotras estos personajes clásicos, estas mujeres que se ven abocadas a cumplir con un destino inexorable, arrastradas por la fatalidad, por una naturaleza genuina y arrasadora de la que no pueden escapar. Hembras míticas que llevan al extremo la emoción y el sentimiento, sin pudor y sin censura. “Si hay pasión, no hay reflexión”, dice Medea. Hemos traído esos mitos hasta nuestro mundo, para que respiren nuestro aire, nuestras circunstancias, nuestras costumbres y nuestras maneras de decir y hacer.
Y aquí las tienen ustedes. Las hemos despojado de sus peplos, de sus túnicas azafranadas, les hemos prestado nuestros ropajes, y las hemos sumergido en nuestro mundo para convertirlas en heroínas de nuestros días, heroínas de un sur brillante y salado que también tiene milenios de historia a sus espaldas.
Nuestra Fedra y nuestra Medea son personajes que viven dentro de una realidad aparentemente gris, anodina. Nada especial hay en sus vidas. Solo cuando surge el conflicto, asumen repentinamente la actitud de la heroína trágica, se colocan bajo la influencia de una fatalidad antigua que terminará destruyendo todo lo que encuentre a su paso. En palabras lorquianas, se convierten en míticas ‘tortugas fenicias’ con una consciencia de sí mismas ancestral, anclada a partes iguales en el corazón y la cabeza.
¿Y cómo se hace eso? ¿Cómo es una tragedia en Cádiz? En nuestra cabeza retumba de manera intuitiva esa frase que hemos escuchado tantas veces desde nuestra infancia: “Lo que está contando es una tragedia, pero te tienes que reír”.