El Soldadito y la Bailarina se sienten encerrados en el rol que se les ha asignado y con el que no se sienten identificados. A medida que se van conociendo llegan a la conclusión de cuál es su verdadera identidad: el Soldadito no quiere combatir, su deseo es ser poeta. La Bailarina no quiere estar encerrada en una caja de música y prefiere conocer otros lugares y aprender otras danzas. Aquí comienza su aventura.
Esta historia nos enseña valentía, fuerza de voluntad, amor, tesón, amistad, tolerancia y valor para superar los obstáculos físicos y sociales. Ambos personajes luchan por alcanzar sus sueños y desprenderse de roles de género asignados por una sociedad que tiende a etiquetar a las personas. El espectáculo se asienta sobre una base narrativa cuyo título ya sugiere un elemento que diferencia al Soldadito de sus otros compañeros Soldados: la pluma.
Los personajes no se sienten identificados con el rol que se les ha asignado, y que se ha construido en base a una serie de símbolos que les etiquetan, como el uniforme, el tutú o el mosquetón. El Soldadito y la Bailarina son diferentes, y a lo largo de la obra, los personajes van tomando consciencia de su verdadera personalidad. Desde el inicio, se ve perfectamente la evolución que van desarrollando y que va en paralelo a la propia música de la obra, creada originalmente por el compositor Paco Periago. Si bien, al comienzo, ellos muestran una inseguridad muy explícita con respecto a su personalidad, a medida que va avanzado la historia, ambos personajes se aceptan así mismos y a su vez consiguen afianzar sus relaciones con los demás.
Recomendada para un público entre 6 y 12 años.