Fotos: David Ruano
Una hija ha de cuidar de su padre quien, tras sufrir un ictus, vive un proceso de deterioro físico y mental que lo convierte en un ser totalmente dependiente. El padre, que había representado un gran pilar (emocional e ideológico) para la hija, se ha convertido en el paradigma de la fragilidad, alguien que tiene alucinaciones y que no puede hacer las necesidades básicas de forma autónoma.
La falta de recursos económicos propios y la precariedad que viven las administraciones públicas provocan que la situación entre en una especie de espiral en caída libre. La manutención del padre hace que la hija deba venderlo todo, desposeerse de todo lo que ha heredado, y entra en un cierto delirio imparable.
Solamente la llegada de un ángel, conductor de una ambulancia y celador, puede sacarlos del abismo.
Una obra que aborda el tema del envejecimiento en nuestra sociedad actual.
¿Qué sentido tiene mantener un cuerpo con vida, el cuerpo de una persona que ha perdido las facultades básicas? ¿Cuándo se considera que una vida deja de ser digna? ¿Cómo asumir la decadencia de los progenitores y cómo hacer coexistir el sentimiento de amor con la carga emocional y económica que supone esta experiencia? Y ¿Cuál es la respuesta del Estado?
La ayuda de la Ley de dependencia que no llega nunca, la falta de espacios públicos para hacerse cargo de la gente mayor, las condiciones de precariedad y dejadez que vive el sector de la asistencia a la gente dependiente, los precios abusivos y el negocio de las residencias privadas.