Jesús, fundador del cristianismo, adelanta su regreso a la tierra. No es aún el momento anunciado en La Biblia, si no quince siglos después de su partida. Aparece en Sevilla, en los tiempos más pavorosos de la inquisición, donde la víspera, el Gran Inquisidor, a mayor gloria de Dios, ha hecho quemar a cientos de herejes. La muchedumbre reconoce al hijo de Dios y lo agasaja. Le piden milagros, que al punto concede. En medio del éxtasis colectivo, aparece el cardenal, que manda apresar a Jesús como a un hereje mas ante el estupor y sumisión del pueblo. En los calabozos de la institución del terror, arranca un monólogo vehemente, iracundo, donde el inquisidor dejará ver las verdades razones de su corazón y la respuesta a su pregunta inquisitiva: ¿Por qué has venido a estorbarnos? ¡No te necesitamos!