Vuelven los cómicos, vuelven Los Olvidados a su lugar natural, un Corral de Comedias. La fiesta, la charanga, el sentido del humor, los tambores y la viola, el saxo y sus máscaras vuelven a inundar esta apasionante historia de El Caballero de Olmedo.
Pero su cansancio, el de recorrer los caminos, se convierte esta vez en un grito de amor y muerte. La imaginación nos lleva por una realidad las de las fiestas de un pueblo a embriagarnos en la ensoñación de los caminos, del misterio, de la fantasía? El vino corre por nuestras venas, tanto que a veces nos pensamos que estamos haciendo la ópera Carmen de Bizet, o eso le gustaría a Fabia… Porque estaría viva.
Don Alonso se enamora de Inés al verla en la feria de Medina. Habla con la vieja alcahueta Fabia para poder hablar con ella; le entrega una carta para que se la dé. Inés, a su vez se ha enamorado de Don Alonso, acepta su carta y deja un listón como signo de favor en su reja. Don Alonso va a recoger el listón pero aparece Don Rodrigo que trata de la boda con el padre de la dama. Inés para evitar la boda finge querer meterse a monja. En Medina se preparan las fiestas de la Cruz de Mayo.
Don Alonso ha presenciado en su jardín: un azor ha matado a un jilguero en presencia de su pareja, suceso que se suma a tristes sueños que causan en don Alonso melancolías y decaimientos. Don Alonso sale triunfante en las fiestas de toros de Medina. Don Rodrigo es derribado por los toros y salvado por don Alonso, agravando la humillación de don Rodrigo.
Don Alonso sale hacia Olmedo de noche, recibe avisos de una sombra y un labrador que canta «Que de noche lo mataron / al caballero, / la gala de Medina, / la flor de Olmedo», y en el camino se encuentra con don Rodrigo y sus secuaces, que lo acaban asesinando. El rey ordena que maten a los asesinos e Inés decide ingresar en un convento.