Por Rubén Ochandiano
La noche de su cumpleaños Nata organiza una pequeña reunión en casa para festejarlo con sus amigos íntimos. Mientras beben y bailan en el salón, la fiesta es servida por Jessica, una mujer latina de mediana edad que será testigo de las mentiras, complejos y prejuicios de estos personajes. El alcohol, la ansiedad y el devenir de la noche darán lugar a un fin de fiesta inesperado.
Usando como pretexto la celebración de un cumpleaños, El alivio o la crueldad de los muertos es una farsa, una tragicomedia irreverente y salvaje, que trata de la creación del mal, del nacimiento del monstruo.
La función pone de manifiesto el frecuente vacío del discurso biempensante. Nos habla de la principal neurosis del primer mundo: la insatisfacción crónica, la incapacidad para ser felices, la constante búsqueda del bienestar a través de todo tipo de gurús, terapias y químicos. Y lo hace poniendo en escena a un grupo de amigos, todos artistas ‘políticamente concienciados’, empeñados en esconder al ser que realmente albergan; y que podrían ser la versión de nuestros días de los personajes que Brecht escribe en su Boda de los pequeños burgueses.
El conflicto de Jessica, verdadera protagonista de la historia, se nos muestra por contraste con las heridas y caprichos de este grupo de infelices, anclados en una sempiterna adolescencia que, de tanto intentar encontrarse, se han perdido sin remedio.
Nietzsche dice: “Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse a su vez en monstruo”. Bien, ¿cuánto puede aguantar el más desfavorecido antes de reaccionar y defenderse; antes de que sea demasiado tarde y nuestra ceguera haya creado, efectivamente, un monstruo?… Otro más.
A partir de 16 años.