La última obra estrenada en vida por Federico García Lorca se ha convertido en un cuento fantástico y un viaje a través del tiempo y sus emociones.
Cuando se abre en la mañana, roja como sangre está, la tarde la pone blanca con blanco de espuma y sal y cuando llega la noche, se comienza a deshojar…
Rosita es una doncella en flor, joven, grácil y hermosa. Toda la esperanza del mundo está en ella. Aunque huérfana de padres, vive feliz con sus tíos, siempre rodeada de rosas. En su juventud despreocupada la vida es aún un juego. La muchacha está apasionadamente enamorada y en medio de tanta alegría recibirá una terrible noticia: su novio ha de viajar a Tucumán a hacerse cargo de la hacienda de sus padres. Sin embargo, ella mantiene viva la esperanza y antes de separarse, los enamorados se prometen amor eterno, quedando Rosita sola y una indefinida promesa de matrimonio en el aire.
Partiendo de esta premisa, Lorca logra exprimir la sencillez de los sentimientos universales para exponer una obra que es probablemente lo mejor de su teatro y se cuenta, sin duda, entre las obras maestras del teatro universal del siglo XX. Los distintos aspectos de la condición humana se reflejan con maestría en este mágico cuento, que plantea una reflexión sobre la huída del tiempo y los sueños, abordando el tema de la soltería y la presión social con romanticismo, humor y sensibilidad poética.