La compañía hispano-británica Sleepwalk Collective, artistas asociados este año en Conde Duque, nos traen la parte final de Lost in the funhouse, una trilogía sobre los placeres y los aburrimientos en la adolescente segunda década del siglo XXI. Además, son comisarios del ciclo No Sleep Till Brexit. We’re Still Here que coincide con la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Situado en algún lugar entre manifiesto sardónico, concurso de belleza narcoléptico y sueño febril psico-sexual, Domestica es un desmantelamiento vertiginoso e impasible del arte clásico y del postureo cultural que se pregunta de dónde venimos, y hacia dónde podríamos estar yendo en este, cada vez mas ruidoso y acelerado, nuevo siglo que parece ya hemos empezado a dejar atrás.
Iara Solano se fue con 17 años de su Vitoria natal a labrarse un futuro como creadora escénica en el Reino Unido. Le debe mucho a ese país y a los intercambios culturales que se han producido con Europa, que han forjado su impronta personal y su devenir emocional. Junto a su compañero en la vida y en el trabajo, el inglés Sammy Metcalfe, creó en 2006 la compañía Sleepwalk Collective y desde entonces han estado investigando formas y contenidos diversos sobre ese contenedor conceptual que es el teatro experimental y las artes vivas.
En 2011 arrancan con Lost in the funhouse, una trilogía que empieza con un solo (El entretenimiento), sigue con un dúo (Karaoke) y termina con un terceto (Domestica). “Si El entretenimiento -explica Iara Solano- tenía que ver con lo sensorial, con lo carnal, con la relación con los placeres y con el aburrimiento, en Karaoke nos guiaba una máquina que dictaba todo lo que ocurría en escena y hablaba de nuestra parte más racional, estaba más localizada en la mente que en el cuerpo. En Doméstica hemos dado un salto más ambicioso tanto en lo técnico como en el contenido. Hemos querido revisar la Historia del Arte, que es de donde tomamos referencias constantemente, y hemos ido al concepto de lo clásico que valida el trabajo, hemos querido revisar esos clichés y nuestra relación con lo supuestamente clásico. Si nosotros, que somos una compañía de do it yourself, hacemos un clásico, quedaríamos automáticamente validados. Queríamos poner en escena los elementos que supuestamente hacen de una obra una obra maestra, incluidas las anotaciones del autor, porque nosotras, las tres mujeres que estamos en escena, ¿qué somos? ¿Somos avatares para la voz del autor?”