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Por Álvaro Vicente
Después de estar en residencia el pasado mes de abril, Macarena Recuerda Shepherd (nombre artístico de Lidia Zoilo) vuelve a Réplika Teatro para estrenar en Madrid su última pieza, tras mostrarla en Azkuna Zentroa de Bilbao, La Mutant de Valencia o Antic Teatre de Barcelona. Este último espacio es responsable de la producción de esta Cosa, la pieza que cierra la trilogía sobre el ilusionismo que comenzó en 2017, una investigación que llevó a la creadora a pensar cómo la ilusión conecta con la esencia de lo teatral, exponiendo sobre la escena la convención y la magia, la realidad y su doble, la acción y la ficción, y que dio como resultado antes las obras ¡AY! ¡YA!, en 2018, sobre las imágenes perceptivas pensadas desde el cuerpo, y The watching machine (2020), sobre las imágenes perceptivas pensadas desde la luz, la sombra y el reflejo. En Cosa. Intervenir un cuerpo, la investigación se ha centrado en las imágenes perceptivas desde lo escenográfico, para lo que se ha pensado el cuerpo con un material más, cosificándolo hasta convertirlo en atrezzo. Se trata, en definitiva, de una pieza de danza compuesta por un cuerpo de baile objetual.
La pieza, que entre otras inspiraciones tiene muy presente la frase de Deleuze que dice que “crear es separar una imagen de todos los clichés, volviéndola contra ellos”, consta de dos partes. La primera es un trabajo de cuerpo y la segunda de escenografía, denominada coreografía de objetos, donde una serie de materiales se despliegan ante los ojos del público como cuerpos desplazados a través del espacio. Movimiento, aparición, tramoya, despliegue, danza, en fin, intervenida también por un trabajo de iluminación (que firma George Marinov), que altera las perspectivas al desplazar las sombras y crear nuevos volúmenes. La referencia a Gordon Craig y Adolphe Appia, precursores de la escenografía y la iluminación modernas a principios del siglo XX, es ineludible: arquitectura y luz para transformar el espacio. Macarena Recuerda y sus colaboradores, Jorge Dutor y Maia Villot, se reconocen así mismo deudores de Bruno Munari, artista visual y pedagogo, sobre todo de su obra Esculturas de viaje, que inspira la posibilidad del pop up como objeto danzante. Y pensando en la austeridad y los materiales brutos, también acude al aparato referencial de esta pieza el escenógrafo Xanti Schawinsky, que estuvo primero en la Bauhaus y luego en el Black Mountain College. La síntesis de todo es una danza donde el protagonismo es del material cartón y del objeto caja, mostrados en toda su crudeza y acompañados del objeto cuerpo que les presta la vida.
“La pieza -escribía el crítico catalán Oriol Puig Taulé- es tranquila y monocromática como un desierto, color de arena. Pero, como el Sáhara, también puede esconder diversas maravillas. Formaciones arquitectónicas que recuerdan un zigurat, seres mitológicos hechos con tubos, monstruos-títere o títeres-monstruo, según se mire”. La pieza podría adscribirse a una filiación eminentemente mediterránea de trabajo sin palabras y con objetos que pasa por Joan Brossa y Carles Santos y hasta por la resignificación humorística de la fotografía de Chema Madoz, y desde luego dialoga en la contemporaneidad con creadoras como Miet Warlop o Diana Gadish y el trabajo objetual de Azkona & Toloza. En suma, Cosa. Intervenir un cuerpo, ha buscado, como la propia Macarena dice, una sensación de extrañamiento frente a la tradicional imagen evocadora que alude a algo: “¿Y si no existiera ese referente al que alude lo evocado? ¿Y si fuera una imagen generadora por sí misma, sin anclajes claros?” Una sugerente invitación a mirar con ojos nuevos y sentir no desde la palabra o la emoción, sino desde la materia.
