Por Álvaro Vicente/@AlvaroMajer
Torres Naharro 500 años después
La compañía Nao d’Amores, con Ana Zamora al frente, es casi la única que trabaja, con rigor histórico-literario, talento a raudales y creatividad contemporánea, el repertorio teatral medieval y renacentista. Han montado a Juan del Enzina, a Gil Vicente, a Lucas Fernández y han generado espectáculos a partir de autos y misterios que han dado la vuelta al mundo. En esta ocasión, en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico y con la colaboración de Ayuntamiento y Diputación de Segovia y de la Real Academia de España en Roma, recuperan la que Zamora considera la obra más interesante del poeta y dramaturgo extremeño Bartolomé de Torres Naharro, de quien se sabe que nació en 1475 pero del que se ignora fecha y lugar de su muerte. Fue, seguramente, el autor más conocido, editado y representado de su momento y hoy probablemente nadie acertaría a ubicarlo si hiciéramos una encuesta. En 1517 publicó un compendio con toda su obra, la Propalladia. Pero ahí no estaba la Comedia Aquilana, su gran obra de madurez, que fue escrita en torno a 1520.
Influencia italiana
¿Por qué un autor tan importante en su tiempo no está hoy más en los repertorios y en las programaciones? Ana Zamora tiene una hipótesis: «creo que tiene que ver con el carácter italiano que hay detrás de este autor. Es cierto que nos resulta lejano en muchas cosas, pero somos nosotros quienes lo estamos leyendo e interpretando mal. Torres Naharro está construyendo una comedia que se está adelantando a la de Lope de Vega, está haciendo un ejercicio de teoría y praxis al mismo tiempo, porque él mismo explica en la Propalladia cómo se deben hacer las comedias. Está en un nivel de madurez y de búsqueda de otras vías teatrales que desembocarán en el Siglo de Oro. Y nosotros no podemos evitar leerlo como si fuera un Lope de Vega inexperto. Y no, hay que entenderlo en su propio contexto, entender que pertenece a un mundo mucho más lúdico, con una identidad propia. Esa identidad es la que yo he ido a buscar a Roma, que es donde vivió y escribió prácticamente toda su obra. Era importante entender todo el teatro cortesano que le rodea, en un momento en el que la comedia del arte está naciendo».
La primera obra romántica
La obra cuenta la historia de Aquilano, un príncipe que aparece disfrazado de escudero, aunque esto no se sabe al principio de la función. Es el hijo del rey de Hungría, pero llega a la corte del rey Bermudo disfrazado de escudero para conseguir el amor de la princesa Felisina no por ser quien es, sino por ser como es. A pesar de ese momento incipiente de la comedia del arte, el espectáculo de Ana Zamora no tiene elementos de comedia del arte, aunque en el proceso de investigación y creación ha estado presente un gran experto en la materia: Fabio Mangolini. Lo que sí han dejado escrito los expertos en teatro renacentista es que la Aquilana es, posiblemente, la primera obra romántica del teatro español, partiendo, curiosamente, de una anécdota que se repite en el Don Duardos de Gil Vicente. El portugués la trató desde su alto lirismo, mientras que Torres Naharro, como dice la directora, va al turrón. «No podemos entender lo que ha sido nuestro teatro sin juntar, sin redescubrir escénicamente esos elementos que vienen de un sitio y de otro, de Portugal y de Italia, porque si no, nuestra perspectiva es mucho más chata al final».