Si imaginamos nuestra existencia como un ovillo, tendemos a fijarnos más en el inicio de la vida y menos en su final.
Chavela Vargas llegó al mundo para cantar verdades con el corazón y con la afilada fuerza de su voz. Una vez dijo: «Yo no me voy a morir porque soy una chamana, y nosotros no nos morimos, nosotros trascendemos».
María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano regresa a casa tras una larga gira, la última. Su amiga ‘La Pelona’ vendrá a buscarla en tres días, y Chavela oscila entre los límites de este mundo y el otro. A veces, olvida quién es, pero un hilo rojo la conduce a esos lugares ‘donde amó la vida’, un limbo de recuerdos que la visitan antes de su partida. En ese espacio, una anciana espera la muerte, una niña herida reside dentro de una mujer, y un Mito se vuelve eterno.
Los personajes surgen y se desvanecen en una puesta en escena cargada de realismo mágico. Cada noche, invocaremos al ‘Mito’, que nos cantará y nos llevará a ese mundo onírico.
Chavela nos mostrará cómo mirarnos en su espejo, libre y poderoso, viviendo, muriendo y alcanzando la eternidad. Por eso, Chavela Vargas es mucho más que su leyenda. Chavela es todos nosotros, y todos somos Chavela.
Levanta tu copa y brindemos por esta muerte que se transforma en vida. Únete a este tránsito de lucidez terminal y asciende con ella por esos escalones hacia el cielo, hasta su cielo.