Brujas nace de la necesidad de rehabilitar una palabra: Bruja. La imaginería popular, heredera de los miedos y las restricciones, nos ofrece una muestra de la bruja como arquetipo de la maldad cruel e injustificada, y maldad que sólo una mujer es capaz de ejecutar.
Según esa visión misógina y patriarcal, las brujas son mujeres que viven solas, apartadas, al margen de credos y de la autoridad; por lo que han sido perseguidas, torturadas y asesinadas, ahogadas por inocentes, o quemadas por culpables; sometidas o simplemente silenciadas. Eliminada toda prueba de su paso por la tierra. La invisibilización de su verdadera naturaleza: mujeres autónomas, libres, heterodoxas, nos ha privado de científicas, pintoras, escritoras, visionarias… O ha retorcido el relato de las vidas de mujeres singulares y valiosas: heroicas.
Este trabajo escénico recoge a esas mujeres, y rescata su historia, nos la cuenta desde el otro lado, desde los textos originales, o desde textos propios, las hace visibles y presentes llamándolas por su nombre y por el que se les ha puesto: ¡bruja!, que recoge así toda la carga oculta de la palabra, y la enfrenta con la misoginia atroz que la ha revestido, y la rebela contra la estructura patriarcal que nos la impuso como un despectivo sambenito.
¡Brujas somos!