Poder mirarse en el espejo con la luz encendida y ver los rasgos propios, las arrugas, los lunares, las ojeras, la expresión… es un ejercicio que todos tendríamos que hacer. Pero mirarnos de verdad. Sin filtros. Mirarnos para comprender. Para saber quién somos de verdad. Qué es lo que somos. Sin artificios.
Socorro Anadón va a hacer ese mismo y diferente ejercicio cada día sobre el escenario de Réplika Teatro (ese lugar que ha levantado con sus propias manos). Un ejercicio teatral, pero sobre todo vital. Mucho han cambiado los tiempos y ella misma (¿o no tanto?) desde que acometiera este mismo ejercicio allá por 1994. En aquella ocasión, este monólogo unipersonal que ahora podemos disfrutar se realizaba a tres bandas. Socorro estaba en el escenario junto a la gran María Asquerino y Eva García. Ahora será ella sola la que se ponga delante de nosotros para autoevaluarse como actriz -y como persona- en una obra construida sobre textos de Helmut Kajzar, Tadeusz Rózewicz, Wislawa Szymborska y Jaroslaw Bielski, quien también, al igual que en 1994, ejerce de director y compañero de viaje, la persona cuyos ojos mejor saben ver el alma de Socorro (¿quizá mejor que ella misma?), y que mira todo desde fuera, al igual que haremos nosotros. ¿Pero a quién estamos mirando, a la mujer o a la artista? ¿O son dos formas indivisibles las que habitan un mismo cuerpo?
Autorretrato es la confesión de una mujer que ha dedicado su vida a la escena y ahora se plantea el papel que puede desempeñar el artista en una sociedad encaminada hacia la destrucción y la violencia. ¿Para qué vale el teatro? ¿Sirve de algo repetir, noche tras noche, un texto en un escenario artificial y falso? ¿Ayuda a comprender mejor la realidad en la que vivimos? ¿Una obra de teatro cambia mi forma de entender el mundo? Y yo, como actriz, directora, creadora, escritora de teatro… ¿Sirvo de algo yo?