Fotos: Pablo Lorente
Shakespeare siempre nos desborda. Su capacidad de entrelazar historia, política, amor apasionado, pulsión de muerte, sentido de Estado, humor y un sinfín de elementos que nos constituyen como seres humanos hacen de esta obra uno de sus grandes hitos dramáticos.
Pocos textos tan modernos, tan actuales como éste porque nos muestran el retrato de una sociedad que a pesar de sus cambios aparentes continúa actuando impulsada por los mismos motores: el erotismo, el amor, la pasión, la fascinación, la ambición, la envidia, la nobleza, la lealtad, etc. Como motores eternos que Shakespeare nos regala envueltos en este viaje apasionante. Y por primera vez la muerte se nos presenta como algo funesto sino luminoso; como puerta hacia la eternidad, hacia la trascendencia, hacia el auténtico sentido del ser.
Antonio y Cleopatra es una obra crepuscular. Asistimos al final de una determinada concepción política del mundo y, también, al de unas cuantas vidas humanas que no quieren verse manchadas por la indignidad.
Vicente Molina-Foix, encargado de la versión, asegura que este es uno de sus ‘Shakespeares’ preferidos, y nos ofrece una versión y traducción profundamente respetuosas con el verso y la prosa del bardo inglés.