Zaragoza. En el año siguiente al del día en que vemos la función, sea este cual sea.
Una joven protagoniza un altercado en la plaza donde se encuentran los cañones conmemorativos de los sitios durante la guerra de la Independencia, y que hoy apuntan a las puertas de un conocido centro comercial. Durante el suceso se produce un acto de resistencia a la autoridad y agresión a un agente de la misma, además de una flagrante alteración del orden público, por lo que la autora de los hechos es trasladada a un centro de detención.
Tras comprobar que va indocumentada y dado que se identifica con el mismo nombre de la Agustina que protagonizó la hazaña de 1808, se dictamina someterla a una evaluación psicológica que acabará sembrando dudas incluso entre sus interrogadores, a la vez que el suceso que da origen a todo ello va cobrando una notable repercusión en la vida pública a través de las redes sociales y los medios de comunicación.
Los recuerdos y también los fantasmas de Agustina se entreveran en esta trama principal que vertebra el relato en torno a las decisiones que cambian el rumbo de toda una vida, y también a la necesidad del heroísmo en una era cada vez más pragmática, en un mundo donde se acumulan demasiados cadáveres innecesarios, donde demasiados actos de justicia quedan pendientes.
Agustina dialoga e interpela a los suyos y a los otros, cuestiona y se cuestiona hasta que…
No podemos decir más.