«¿Y si mañana no vengo? ¿Y si dejo de sonreír por compromiso?»
Estas son las inquietudes que atormentan a Paca día tras día. Frente a cada gesto, cada silencio y cada menosprecio, responde con una sonrisa, concentrando sus energías en convertir su rutina, que resulta asfixiante y monótona, en algo más llevadero. Es una forma pura de supervivencia.
La resiliencia, su virtud más destacada y su lucha constante, marcará la diferencia cuando la vida le diga «basta».
Adiós, Paca nos sumerge en un día ordinario en la vida de una joven llamada Paca. A primera vista, su existencia se desarrolla en una oficina anónima, similar a tantas otras, donde realiza su trabajo con una dosis única de optimismo. Su estilo de vida constituye una revolución silenciosa, un acto desafiante en un mundo donde la amabilidad parece ser una rareza. Sin embargo, detrás de esa sonrisa diaria, Paca enfrenta un desafío constante.
Cada tarea exige de ella que muestre una buena cara, a pesar de los continuos desencuentros y desilusiones que se presentan en su camino. La presión de complacer a todos y mantener su actitud positiva en medio del caos va minando su resistencia interna. No obstante, cuando la acumulación de descontentos llega a su punto crítico, Paca decide tomar las riendas de su propia narrativa.
Es en ese momento crucial que la trama toma un giro inesperado. La protagonista, harta de siempre ceder, se convierte en la arquitecta de su propio destino. ¿Cómo? Eso es algo que el público solo descubrirá en el fascinante desenlace de Adiós, Paca.
La obra no solo cuestiona la validez de mantener una sonrisa en medio de las adversidades, sino que invita a reflexionar sobre el poder transformador que reside en tomar las riendas de nuestra propia historia. En un mundo donde la amabilidad es un acto revolucionario, Adiós, Paca nos lleva más allá de las apariencias para explorar la auténtica rebeldía que puede surgir de la cotidianidad aparentemente rutinaria.