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La Venus abierta es una comedia de humor negro en la que cuatro personajes desarrollan un vínculo especial con una prestigiosa obra de la historia del arte: un vínculo tan apasionante como destructivo.
Un invierno en Madrid. Por primera vez desde 1990 ‘la Venus’ de Velázquez viaja a Madrid para una exposición temporal. El evento es una noticia de primer orden. Los medios de comunicación se hacen eco de las extremas medidas con las que el cuadro ha viajado, tratado entre algodones, con el mejor de los espacios, la temperatura adecuada… Mientras, en la ciudad helada, crece sin remisión el número de desahuciados y parados…
Verónica es una de esas personas que, recientemente, se ha quedado sin trabajo. Así que ahora deambula por las galerías del Prado, sin encontrar otro lugar donde caerse muerta. Allí al menos hace calor y tiene algo con lo que entretenerse; y así pasa las horas, completamente absorta por esa misteriosa mujer que la mira a través de un espejo…
Un día, Verónica encuentra a Ángeles: una joven que está tan obsesionada como ella por la Venus de Velázquez. Ángeles odia la pintura con toda su alma. Para ella, es la manifestación más clara de que el arte ha estado en manos de los hombres durante siglos y que a las mujeres sólo se les ha permitido formar parte de los museos de una manera: desnudas en los cuadros.
Con todo el encanto y la excitación de la clandestinidad, Ángeles cita a Verónica en su casa: el punto de encuentro de unas almas perdidas, de unos seres que se encuentran tan solos, heridos y desplazados como la propia Verónica: Las hermanas de Marte.
Allí, Verónica conoce a Violeta, una empleada de unos grandes almacenes obsesionada con el color, y a Hans, un profesor de arte dandi y sofisticado. Hans expone sus problemas como si se hallara en una sesión de terapia colectiva. Los desnudos en la pintura le excitan, hasta el punto de que no puede impartir sus clases, pero luego no es capaz de excitarse con una mujer de verdad… La frustración es tal que su único deseo es el rociar de ácido esas pinturas para deshacerse de su ‘embrujo’…
Tras la sesión, Verónica se queda a dormir en la casa; inicia así una amistad con Ángeles y, gracias a la biblioteca del club, entra en contacto con todo lo que se ha escrito sobre la pintura. Comienza a ver la obra desde otros puntos de vista y a entender que ese cuadro… ¡le estaba quitando la vida!
La siguiente sesión será decisiva para el rumbo del club: Ángeles provoca a Violeta para que cuente su propio caso. Para ella el color es lo más importante en la vida. Nadie podría convencerla de que una superficie en blanco es arte, y si se la encuentra, a Violeta le visita una gran ansia por llenar de felicidad y amor una obra que considera sosa, vacía, incompleta.
La excitación crece de tal manera que, por fin, el club se deja de teorías y planea la acción definitiva: la destrucción de la Venus de Velázquez.
