La idea original nace de la reflexión sobre los tiempos que nos ha tocado vivir, de cómo de repente nos encontramos encerrados entre cuatro paredes y sin más conexión con el exterior que nuestros dispositivos móviles.
¿Hasta qué punto dependemos de estos dispositivos en la actualidad? ¿El problema está en los dispositivos o en el uso que le damos los seres humanos? ¿Puede que nosotros, como factor común, seamos el problema?
El espectáculo hace un recorrido por los 7 pecados capitales; Avaricia, Soberbia, Pereza, Gula, Envidia, Ira y Lujuria que se escenifican mediante teatro, danza y locuciones que ayudan al público a seguir el hilo de la trama, haciendo que pueda verse reflejado en cada uno de ellos y concluye con el octavo pecado: El ser humano.
Un número final que refleja cómo los pecados residen dentro de cada persona, el factor común a todos ellos, planteando en la mente del espectador una pregunta clave: ¿Dónde reside la raíz, en el pecado o en el pecador?