«Podría estar días alabando la calidad artística del texto de Denise»

 

Hablamos con el actor andaluz, que protagoniza, junto a Maya Reyes, La omisión del Si bemol 3 de Denise Despeyroux en el Teatro Infanta Isabel.

También podemos verle simultaneando trabajos y es que es uno de los intérpretes, junto a María Zabala, Ana Lucas y Manu Hernández, de El bar prodigioso, la obra de Roberto Santiago que se está exhibiendo en el Teatro Quique San Francisco. 

 

Un gran texto siempre es un reto muy gratificante

 

 

Por David Hinarejos

Foto de portada: marcosGpunto

 

Supongo que siempre es de agradecer enlazar proyectos, ya sea de teatro o combinando otros medios, porque es una confirmación de estar haciendo las cosas bien, ¿no?

Yo creo que sí, que es una buena señal, desde luego, además de ser una  gran satisfacción y también un privilegio poder ganarte la vida como actor, y más si es en proyectos de la categoría y de la altura artística como son las dos funciones que estoy ahora mismo simultaneando: La omisión del Si bemol 3 y El Bar Prodigioso. La única parte negativa es que una verdadera pesadilla organizar la agenda para no tener que decir no a nada, pero bueno, son gajes del oficio.

 

 

Entrando de lleno en La omisión del Si Bemol tres… ¿sentís que cada vez que volvéis con la obra va creciendo y evolucionando?

Sí, sin duda alguna. Uno de los aspectos más genuinos de una función de teatro es que es un organismo vivo, que gestas durante los ensayos y ves como crece y evoluciona durante las funciones. En estos días, cuando de nuevo hemos retomado La omisión me doy cuenta que la obra es distinta, que ha madurado, nos ha sorprendido. Y perdona si me he pasado con las metáforas de crianza, pero es que el tema va con la función (risas).

 

Off, Un peral entra por la ventana, La omisión… verte sobre el escenario con Maya Reyes está volviéndose un hábito para el espectador. ¿Qué tiene de bueno y de qué tenéis que estar pendientes cuando ya hay tanto camino compartido entre dos intérpretes? ¿En cada obra hay que resetear para conseguir algo nuevo?

Desde luego, y más si hablamos de comedias tan exigentes como las que has mencionado, las ventajas de llevar cierto recorrido juntos son muchas: está la complicidad, el conocerse, reconocer los ritmos genuinos del compañero, y algo que es oro, una escucha que ya es orgánica y no forzada. Aunque hay que tener cuidado con no caer en vicios, no desplazarse por un terreno ya visitado, y atreverse, aventurarse, y sobre todo, y aquí creo que está la clave, no plantear siempre la misma dinámica de personajes, jugar con las diferentes jerarquías.

También te digo, que si algo funciona, como es en este caso nuestra dinámica actoral, creo que quizá es conveniente no toquetearla mucho, porque corremos el riesgo de estropearlo (risas)…  como dice Declan Donnellan, hablando sobre la cuestión de crear vida en escena, se puede explicar por qué un cuerpo está muerto, pero no se puede explicar por qué un cuerpo está vivo.

 

¿Cómo es que os llega la oportunidad de volver a colaborar en La omisión del Si Bemol, en este caso a las órdenes de Denise Despeyroux?

Coincidimos en uno de los talleres que organiza Denise, en el que trabajamos lo que ha denominado como desorganización emocional, donde plantea improvisaciones en situaciones emocionalmente imposibles, que impide al actor organizar el conflicto en su cabeza y verdadero training para el actor, es un es un ring de boxeo para las emociones del actor, de cómo vivir la escena desde la organicidad desde la emoción de salir de nuestra mente e a través improvisaciones plantea situaciones inverosímiles, imposible personajes en unos vericuetos imposibles.

Durante la pandemia surgió la oportunidad de profundizar en un texto del que ya que tenía escrito un par de escenas, titulado La omisión del si bemol tres, y nos pusimos manos a la obra. Maya y yo improvisamos situaciones sugeridas por Denise, que abarcaba todo el viaje emocional de los personajes en la obra. Denise apuntó todo el material surgido en estas jornadas de trabajo, y a la vuelta del verano regresó con la función ya escrita para empezar el proceso de ensayos.

 

 

La obra ahonda en la maternidad y en la paternidad y en los métodos de crianza. ¿Tenemos mucho más tiempo libre que la generación que nos precede para preocuparnos mucho más por cada detalle del proceso? El estar confinados con su hijo, ¿todo se magnífica o hubiera ocurrido igual en otras circunstancias?

Yo no soy padre, así que mi opinión en este tema no está del todo fundamentada, pero dudo mucho que los padres de hoy tengan más tiempo que los de generaciones anteriores, ya que las familias viven en un acuciado estado de precariedad. En todo caso, yo creo que la función, partiendo del tema de la crianza, lanza una serie de cuestiones muy jugosas, que hablan de la neurosis por el control, del miedo que nos da la incertidumbre de un futuro incierto, del sentimiento de culpa que tenemos por no poder ofrecer a las personas que queremos todo lo mejor. Pero como dice Miguel, mi personaje en la función hablando sobre su hijo Jonás: La vida siempre busca la manera de abrirse paso, incluso a través del Pop.

 

¿Qué aspectos de la crianza enfrentan más a esta pareja?

Toda la obra está atravesada por la dialéctica entre lo normal y lo extraordinario, entre lo raro y lo anodino, un divertidísimo conflicto que enfrenta a Miguel y a Clara. ¿Es legítimo querer convertir a tu hijo en un genio? ¿Está mal conformarse con tener un hijo normal? Es en este enfrentamiento entre los diferentes modos de percibir la vida donde brota el conflicto, la comedia y muchas situaciones excéntricas e inverosímiles.

 

¿Qué nos pasa como sociedad y como personas para meternos tal presión?

Lo que pasa es el capitalismo. Tener buenos resultados, ambiciosos objetivos y las mejores marcas incluso en la crianza de nuestros hijos. Creo que fue Becket el que dijo, refiriéndose a lo teatral, que lo bueno es enemigo de lo mejor. Pues yo creo que deberíamos aplicarnos esta máxima en la educación de los más pequeños.

 

¿Qué otros temas van desplegándose en la obra?

Está el tema de la pandemia, ya que la acción transcurre en mitad de una, y aunque no se trata de COVID, si que nos recuerda irrevocablemente las situaciones que todos hemos sufrido: las neurosis por el contagio, el drama, los negacionismos, los bulos, los falsos gurús…

Y por supuesto, la música, en sus distintos géneros y calidades, está presente en cada una de las escenas. Aquí quiero mencionar y agradecer la colaboración de Jaime Altozano, maravillo divulgador musical, y que desde un principio se prestó a participar en esta loca aventura, siendo de hecho uno de sus documentales en Youtube el inspirador de la obra.

 

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La omisión del Si Bemol tres. Foto: marcosGpunto.

 

Durante unas décadas el capitalismo salvaje nos imponía eso de que hay que ser mejor que los demás aunque sea pisando cabezas. Ahora, casi hay más obsesión por lo diferente que por ser el mejor. ¿De eso también habla la obra?

Incluso en esa obsesión por ser diferente hay un afán por destacar, por diferenciarse.

Cuando realicé mi primer estudio del texto, observé que hay un conflicto transversal que la atraviesa, y tomé nota de ciertas acciones que me han ayudado en el arco de mi personaje: naturalizar lo extraño, hacer ordinario lo extraordinario, normalizar lo raro, adaptarse a las mutaciones, hacer seguro lo peligroso, aceptar lo inaceptable, asimilar lo asombroso.

 

El texto, que es una comedia negra, se contextualiza en una pandemia parecida a la que hemos vivido y seguimos sufriendo. ¿Cuándo se estrenó el público ya estaba preparado para reírse y encarar algo que nos ha tocado tanto a todos? ¿Con el paso del tiempo habéis notado cambio en esa recepción del público?

Cuando a empezamos a trabajar en el montaje estábamos en una de las diversas olas de la pandemia, y era curioso observar que una cuestión que nos ha tocado a todos, en todas las culturas y en todos los sitios del planeta, apenas había aparecido en las obras de ficción. Quizá todavía estábamos demasiado afectados y necesitábamos un poco de la distancia indispensable en una creación artística. No obstante, aunque el hecho de que la acción de la obra ocurre en una pandemia, es utilizado como contexto que obliga a estos padres a una convivencia “forzada” junto a su pequeño.

 

Como en otras obras de Denise, te empiezas riendo por todo y poco a poco se te va torciendo la sonrisa hasta que se te atraganta la carcajada. Al leer el texto por primera vez, tuviste tú mismo esa sensación.

Caí cautivado de inmediato. Esa mezcla de comedia en la que se conjugan unos personajes aparentemente ingenuos con unos diálogos cargados con la peor de las malas leches. La constante referencia a pseudociencias y a falsos gurús, todo tratado con ironía tan ligera, que nunca te deja claro si se está a favor de estas nuevas terapias o se las detesta por completo. La sensación que se te va amargando la risa durante el transcurso de la obra, y no sabes muy bien por qué. Podría estar días loando la calidad artística del texto, y la altura teatral de Denise.

 

Las situaciones más inverosímiles aquí se entrelazan con una puesta en escena e interpretaciones muy realistas. ¿Se trabajó mucho en los ensayos esa dualidad?

Sí, es uno de los puntos más importantes en los que insiste Denise. Lo inverosímil es la situación con el hijo y todo lo que le ocurre en el transcurso de la obra, pero los personajes deben actuar desde la verdad y desde la vivencia de este drama emocionalmente imposible. Y además de la dificultad de acumular un desgaste en la relación de los padres, ya que cada una de las escenas tienen un intervalo de un mes entre ellas. Todo un reto actoral. Muy apasionante.

 

La presencia del bebé es muy inquietante cuanto menos, sin embargo nunca le llegamos a ver. 

Es que creo que unos de los aciertos ha sido no mostrar a la criatura. En un principio, se barajó la opción de mostrarlo de alguna manera, desde una de esas reproducciones hiperrealistas de bebés, pero en seguida nos dimos cuenta que jugar con la imaginación del espectador es mucho más eficaz, intenso e interesante. Es imposible superar la imagen que cada uno de espectadores se hacen del bebé a partir de todo lo que se dice de él y de todo lo que ocurre en la trama.

 

Cambiamos de tercio para hablar de El Bar Prodigioso. ¿Se podría decir que estamos ante una obra coral, y no sólo en lo que respecta a los personajes, sino también al equilibrado peso de todos los elementos escénicos: escenografía, música, iluminación…?

Es un montaje muy equilibrado en todos los aspectos. Está muy sopesada la función y el peso que los personajes tenemos en la historia, aunque cada uno la aborda de una manera: está el personaje de Clara, que tiene papel de narradora además de su drama como personaje; está el personaje de Sophie, disparador de la trama y de su  universo poético; y están los personajes de Antonio y Bernardo, con vidas asimétricas, y con cuyo primer encuentro comienza la historia. Pero siendo muy coral, yo la considero como una pieza autor, donde se puede sentir las inquietudes de un artista como es Roberto Santiago, y su profundo amor hacia las palabras.

 

 

¿Es de esos montajes que aporta tanto a todos los sentidos que el espectador luego en casa todavía continuará saboreándolo? 

Sí, sí, es una función con poso, donde se reflexiona sobre el valor del lenguaje y el trato que le damos, y que lanza una pregunta final muy interesante: ¿qué es lo que diríamos si solo nos quedaran cuarenta palabras en toda nuestra vida? Yo todavía sigo dándole vueltas.

 

Roberto Santiago ha escrito una comedia sobre relaciones donde el uso y la importancia de las palabras y el lenguaje es el motor de la obra. ¿Disfruta un actor más un texto de este tipo?

Depende del tipo de actor, yo personalmente considero la palabra como la piedra angular del arte teatral, ya que la palabra es cuerpo, es voz, es imaginación y es emoción. Y es que además la obra está muy bien escrita. Y es que también tengo un personaje fascinante, que es un regalo para cualquier actor, que tiene una parte tan luminosa que casi casi no deja ver su parte oscura. Casi.

 

Y los protagonistas de esta historia, ¿qué uso le dan a las palabras?

Todo entra en ebullición con el personaje de Sophie, que se ha contagiado de una extraña enfermedad, hablar mediante grupo de cuatro palabras. Y claro, mi personaje Bernardo, tan dado a fascinarse del aspecto poético de la vida, se enamora de ella. Y esto, claro, no le sienta nada bien a su marido, Antonio, el mejor amigo de Bernardo. Y vemos aquí que estos grupos de cuatro palabras han desencadenado un cisma en una  amistad de las de la toda la vida.

 

Como pasa a veces en la vida real, ¿a veces deberían hablar menos y escucharse y entenderse mejor a ellos mismos?

Bueno, no sé si hablar menos o no, pero deberíamos hablar mejor. Escuchar mejor. E intentar entendernos y ponernos en el lugar de los demás. Yo no sé si con mayor o menor cantidad de palabras. Pero al menos intentarlo.

 

¿Nos presentas a tu personaje?

Bernardo es un ciclón, es un personaje fascinante, cuya fuerza motora es su inagotable capacidad de amar, a todo y a todas. Se deleita con el canto de los pájaros, del rumor de las hojas de los árboles, de la suave brisa de un parque, de tomarse una cerveza bien fría en la terraza de un bar de su barrio. No tiene trabajo, ni tiene dinero, ni casa, ni coche, pero tiene el bien más preciado: mucho tiempo libre. Y por todo esto, y mucho más, es un verdadero peligro público.

 

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El bar prodigioso

 

¿Los cuatro protagonistas afrontan las relaciones de la misma forma?

Las afrontan de maneras muy distintas, ya que cada uno tiene una biografía muy diferenciada. Desde los impulsos agresivos del personaje de Clara, la camarera, hasta el sentido práctico de la vida en Antonio, el marido de Sophie. Cuatro personajes, cuatro traumas, cuatro formas de relacionarse con el mundo.

 

Vamos a seguir su historia durante las cuatro estaciones de un año. ¿Veremos grandes cambios en ellos?

Sí, una característica de la función es que nos cuenta la vida de los personajes a través de un año, de cuatro estaciones, empezando en primavera, la estación favorita de Bernardo, y terminando en un invierno, donde podremos ver de qué formas estos encuentros y desencuentros han hecho mella en ellos.

 

La obra está dejando muy buenas sensaciones en público y prensa especializada. ¿Está planteado que tenga un largo recorrido por distintas ciudades o volver a Madrid?

Por supuesto esa es la intención. Tras terminar temporada en el Teatro Quique San Francisco, comenzamos una serie de bolos por diferentes ciudades , y esperamos que tenga el recorrido que se merece, ya que como mencionas, los comentarios y críticas están siendo muy positivas.

 

¿Dónde te veremos en la temporada que entra aparte de ahora en estas dos producciones? ¿Algo en cine o tv a la vista?

Pues tengo un par de proyectos en lo audiovisual que todavía no puedo contar, pero la verdad es que espero poder continuar compaginando los escenarios con los sets de rodaje. En teatro, aparte de las funciones de las que he hablado, también continúo con proyectos con mi compañía propia El Búfalo feo, que está afincada en Granada, y esperamos que muy pronto podamos venir a Madrid con nuestra última obra Menosprecio de aldea, una fantástica propuesta de un texto del dramaturgo Juan Alberto Salvatierra que estrenamos el año pasado, y que yo considero como uno de mis mejores trabajos.

 

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