«Los abusos sexuales a menores es un tema tremendamente silenciado en los medios»
Tras el éxito cosechado con Iphigenia en Vallecas, ganadora de dos Premios Max, Antonio C. Guijosa se embarcó en el proyecto de crear Sólo un metro de distancia, la tercera pieza de la compañía Serena Producciones con Ana Mayo, Beatriz Grimaldos, Muriel Sánchez y Camila Viyuela como protagonistas.
Se estrenó la temporada pasada y ahora la obra regresa de nuevo a Cuarta Pared, por lo que recuperamos la charla que mantuvimos con él en la que nos contó cómo fue sumergirse en este trabajo en el que aborda el complicado tema de los abusos sexuales a menores. En un espectáculo que huye de lo escabroso, Antonio C. Guijosa nos habla del después, de cómo es la vida de una persona que ha pasado por una experiencia tan traumática.
Antonio C. Guijosa a Solo un metro de distancia
Por Sergio Díaz
Fotos de escena: Moisés Fernández Acosta
¿Cómo te nace escribir sobre un tema tan complejo y tan duro como el que abordas en Solo un metro de distancia?
Pues es una historia larga. Por un lado, he conocido y tenido cerca a varias personas que por desgracia han pasado por una experiencia similar. Por otro lado, allá por 2009 descubrí un texto fantástico: Blackbird, de David Harrower, y presenté precisamente a uno de los laboratorios de Cuarta Pared una idea de investigación para la que proponía basarnos en ese texto. Ni me seleccionaron la propuesta ni conseguí los derechos (primero los tenía el CDN, luego Lluís Pascual, luego se hizo el montaje de Carlota Ferrer), pero la idea de tratar este asunto y de utilizar la despersonalización como idea central quedó ahí. Mucho tiempo después por fin ha cristalizado.
¿Qué investigación has hecho para poder llevar a cabo la obra?
Fundamentalmente lectura. Libros de psicología y testimonios de personas que han pasado por esa experiencia, aunque también he charlado con psicólogas en activo. Hay un libro por encima de los demás: El coraje de sanar, en el que en realidad está recogido casi todo. Abrí un poco el espectro y leí también libros que abordaban más tipos de trauma.
Y a la hora de bucear en este tema, ¿Qué cosas llamativas has descubierto sobre él que no esperabas?
De todo lo que he podido encontrar ya desde el principio hubo dos elementos que me parecieron muy llamativos y potencialmente expresivos a nivel dramático. Ambos son mecanismos de defensa que genera una persona para poder seguir con su vida pese a la experiencia traumática. Uno es el bloqueo del recuerdo. Muchas personas bloquean la experiencia y viven sin recordarla (que no es lo mismo que vivir sin haberla sufrido). Esto de alguna manera engancha con un planteamiento trágico. Edipo ignora quién es, pero es quien es. Estas personas viven sin recordar la experiencia, pero la experiencia está en algún lugar de ellas y al descubrirla se ve comprometida su identidad.
Lo otro que me llamó muchísimo la atención es la despersonalización; o la disociación. Muchas personas se escinden de sí mismas, de manera que su experiencia les parece ajena, como si no les hubiera ocurrido a ellas. La idea de hacer convivir en el mismo plano una vivencia en primera persona con una perspectiva de testigo me resulta muy poderosa, y por eso tomé esta idea como central a la hora de construir la función.
El teatro documental está cogiendo mucha fuera en estos tiempos. Vuestra obra es ficción. Imagino que habrás estudiado muchos casos reales que hubieras podido plasmar. ¿Tuviste claro desde el principio que tenía que ser ficción?
Sí, desde el principio quería que fuera una ficción. Además, aunque la peripecia se construye a través de esa experiencia traumática me interesa mucho más lo que viene después (el proceso de recuperación, las dificultades…) que lo relativo a la experiencia. He querido que el plano sea más general, y que incluya a quienes están cerca, a quienes apenas ven un retazo de la historia…
Cuéntanos un poco cómo está estructurada Solo un metro de distancia, por favor…
La obra comienza con varias escenas en las que no sabemos muy bien quién nos cuenta la historia. Las actrices (las cuatro) juegan a ser la protagonista, y también un chaval que está en la playa, gente que se encuentra por el camino, los guiris que salen de fiesta en verano… Son un coro que nos introducen en la historia generando una distancia con respecto a la historia. Después vemos una parte de la historia con los personajes ya definidos, en el que vemos el desarrollo de la protagonista. Y eso desemboca en un final en el que se mezcla el coro con los personajes.
¿Qué objetivos te marcaste al escribir sobre este tema? ¿En qué querías incidir?
Hay cada vez más funciones que abordan estas temáticas: el trauma, los abusos de todo tipo, bullying, mobbing… Creo que eso es bueno, que pone de manifiesto que cada vez hay más sensibilización hacia estos temas. También veo que se pone mucho interés en la experiencia en sí: cómo ocurre, cuándo, quién la comete, qué motivaciones tiene… Y echo en falta el después: Tiempo después, cuando eso ya ha ocurrido y cada uno sigue su vida. ¿Cómo es ese después? ¿Cómo nos recuperamos? ¿Qué precio puede tener? Quería incidir en ese después.
Por otro lado, me interesaba abordar lo que se genera alrededor de la experiencia. Evidentemente esa experiencia es el detonante de la historia, pero para mí lo importante son temas como la capacidad de entender a quien tenemos cerca, los costes de nuestras decisiones, los costes que sufrimos por decisiones ajenas, los ecos que se producen en otros, en una misma mucho tiempo después. Me interesaba ampliar la mirada, poner en el escenario personajes que se dan cuenta de que los demás hacen y dicen cosas por motivos que ellos no conocen, o que conocen pero no entienden.
Los que no lo hemos vivido de cerca, ¿crees que somos capaces de entender a una persona que ha sufrido algo así? ¿Vuestra obra ayuda a que podamos comprender mejor?
A lo segundo no. Y si ocurre no es algo que pretendamos. Pero si alguien sale de la función y ha sentido que su visión de la vida es incompleta y que según cómo se comporte puede herir a los demás, ahí hemos conseguido algo valioso. Para mí las cuestiones importantes de la vida son problemáticas, si no lo fueran todo el mundo tomaría las mismas decisiones. No hace falta hablar de experiencias horribles. Yo discuto a menudo con mi pareja por el concepto de ‘lo normal’: su visión de lo normal (léase como adecuado, aceptado socialmente y/o frecuente) es muchas veces diferente a la mía. Y eso en temas de poca importancia, imagina en grandes cuestiones. Esa diferencia de perspectiva, ese distancia, está ahí. Y ser consciente de ella supone -creo- un gran paso.
¿Se puede entender completamente a otra persona? No me atrevo a darte una respuesta. Es probablemente la gran pregunta de nuestra función. Quiero pensar que sí. Hay gente -varias psicólogas, por ejemplo- que me han dicho que sí y me gusta pensar que es así.
Vuestra obra habla también sobre la gestión del daño y la recuperación. ¿Crees que es posible recuperarse emocionalmente de algo así?
Sí, lo creo. De esto sí estoy convencido. Otra cosa es el camino que hay que recorrer, que puede llegar a ser muy difícil. Pero se puede.
¿Cómo has elegido al elenco con el que transitar por este camino?
A cada una de las actrices la he llamado porque creo que es una actriz espléndida. Además, porque confiaba (y así ha sido) en que cada una de ellas ayudaría a generar un buen ambiente de trabajo, de respeto y honestidad con la función y con las personas que formamos parte del proyecto. Estos son los únicos aspectos que me interesan a la hora de configurar un reparto.
Imagino que para las actrices no habrá resultado fácil enfrentarse a este tema –ni para ti-, que habréis tenido que hacer un gran ejercicio de limpieza tras cada ensayo, ¿no?
Pues es una pregunta que habría que hacerles a ellas. Yo creo que han vivido el proceso de manera muy sana. Piensa que en la función no hay ningún tipo de recreación y casi ninguna descripción del abuso. La función se desplaza a terrenos contiguos, mucho más cercanos y en los que todos nos hemos encontrado. Como te he comentado, evitamos lo escabroso del asunto. No nos interesa.
El abuso sexual es perpetrado por hombres la gran mayoría de las veces. ¿Podemos simplificar el tema diciendo que es una cuestión de no saber controlar los impulsos o es un argumento pueril?
Al principio de plantearme este proyecto yo quería entender al agresor. Qué le motivaba, qué le retenía, qué podía pensar para permitírselo. No lo conseguí. No lo entiendo. De hecho, este texto cobró forma definitiva cuando renuncié a entender al agresor, así que no te puedo ofrecer una respuesta. Pero me parece que respuestas como “no puedo evitarlo” o “yo soy así”, no son aceptables.
Tras haberte sumergido tanto en el tema ¿has llegado a alguna conclusión sobre por qué los hombres cometen estas atrocidades?
No, a ninguna.
Diversos estudios calculan que entre el 15% y el 20% de los niños y niñas sufren algún tipo de abuso sexual antes de cumplir los 18 años. Uno de cada cinco… Es un dato muy sorprendente, muy triste y muy complicado de asimilar, ¿no?
Es un dato durísimo. Y no es el único. Recientemente me hicieron llegar desde la ONG Plataforma de Infancia que según el Ministerio del Interior una de cada dos denuncias presentadas en 2018 por delitos contra la libertad sexual tuvieron como víctimas a menores de edad. Es escalofriante
Esto quiere decir que, por estadística, todos conocemos a algún menor que lo está sufriendo, pero no somos conscientes de ello. ¿Por qué crees que no se habla de este tema en los medios de comunicación?
Las cifras son tremendas, sí. No sé por qué no se habla en los medios. Pero sí sé que es un tema tremendamente silenciado. Piensa que un porcentaje altísimo de estos casos se da dentro de la familia. Muy pocos menores se atreven a contarlo, y cuando lo cuentan muchas veces no se les cree. O peor, se les cree pero se acalla el tema por la vergüenza o las consecuencias que puede suponer para los adultos.
¿Quiénes formáis Serena Producciones y qué os motivó a crear vuestra compañía?
Serena Producciones somos Verónica Fernández y yo. Nos conocimos cuando yo era ayudante de dirección en Presas, que ella escribió con Ignacio del Moral, y trabajamos juntos en el escritos en la escena del CDN. Ahí vimos que nos entendemos, que nos gusta y nos interesa el trabajo del otro. Fue algo así como un enamoramiento artístico y decidimos hacer nuestro propio proyecto.
Habéis montado tres obras como Serena Producciones. La primera puso el foco en vosotros. La segunda ha sido un éxito rotundo y ¿qué esperáis de esta tercera?
Debo decir que Iphigenia en Vallecas es producción nuestra con María Hervás. María es también productora del espectáculo. En cuanto a este montaje, es un paso más. Y poder darlo ya es mucho. Trabajamos en un medio muy difícil, en el que muy poca gente consigue mantenerse a largo plazo. Para nosotras poder realizarlo es una enorme satisfacción. No sabemos cuál será el resultado, y sea cual sea será uno más en un camino que pretendemos que se prolongue durante muchos años. Sí sabemos que hemos puesto lo mejor para ponerlo en pie y que hemos trabajado mucho, con rigor y respeto, con la intención de ofrecer una gran experiencia a quien se acerque a verlo.
Tengo que preguntarte por Iphigenia en Vallecas. ¿Os sorprendió todo el reconocimiento que habéis obtenido por ese trabajo?
Sí, por supuesto. Iphigenia es un fenómeno muy poco frecuente. A todos los niveles. Primero porque salió muy bien, pero también por la acogida que tiene. No siempre se acierta y muy pocas veces se consigue una conexión tan fuerte con el espectador. Iphigenia en ese sentido es extraordinaria. Además, hay otras veces en que vemos espectáculos espléndidos que no tienen la repercusión que ha tenido Iphigenia. Es un proyecto que nació con estrella
Tras Iphigenia podíais haber optado por algo más convencional, pero habéis decidido arriesgar en el texto a mostrar. ¿Ese riesgo con la actualidad, con lo contemporáneo, es algo que va en el ADN de Serena Producciones?
Yo creo que nuestro ADN es nuestro empeño en hacer un teatro de calidad y comprometido. Historias que nos mueven, de autores y autoras contemporáneos en las que abordemos conflictos del individuo consigo mismo y con la sociedad en la que vive. No pensamos en si estamos arriesgando o no, pensamos en hacer algo en lo que creemos y que pueda ser significativo de alguna manera para quien venga al teatro.
Volviendo a Solo un metro de distancia. ¿Qué le pides al espectador que vaya a ver la obra? ¿Cómo quieres que salgan de ver la función? ¿Con qué estarías satisfecho?
Bueno, a quien venga a ver la función primero le agradezco que lo haga. A partir de ahí, ya todo es a mejor. Le deseo que disfrute, que encuentre algo en la obra que conecte con él o ella. Yo creo que lo va a encontrar. Ojalá además que ocurra eso que decía Arthur Miller, que quien venga se enfrente a una parte de su propia humanidad, y que de ese encuentro saque algo positivo, algo sobre lo que reflexionar y con lo que avanzar.