Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
Foto portada: Hemos venido a darlo todo, de Voadora
Se avecina una nueva temporada colmada de incertidumbre, sobre todo o casi únicamente en lo que concierne al teatro público. El privado sigue sus propios derroteros en busca de más público para sus propuestas sin arriesgar demasiado, salvo excepciones. En septiembre conoceremos si el nuevo gobierno municipal rompe frontalmente con el legado del Ayuntamiento de Carmena o el golpe de timón es suave y hasta continuista. Sabremos si los equipos de dirección de Naves Matadero (con Mateo Feijóo al frente), del Teatro Español (Carme Portaceli), Conde Duque (Miguel Oyarzun e Isla Aguilar) o el Price (María Folguera) continúan en los dos últimos casos o si prorrogan o no en el caso de los dos primeros, cuyo contrato finaliza en tres meses. Continúen o no, la temporada 19/20 está hecha y al menos eso -esperemos- se respetará. En el Centro Dramático Nacional, en el Teatro de La Abadía y en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, más de lo mismo. Ya sabemos quienes son sus nuevos directores artísticos (3 hombres, Alfredo Sanzol, Carlos Aladro y Lluis Homar respectivamente), pero sus antecesores han dejado una temporada ya programada antes de irse en diciembre en el caso de Ernesto Caballero en el CDN y Helena Pimenta en la CNTC. En La Abadía el relevo se produjo antes y Carlos Aladro ya ha metido mano en la temporada que viene, pero de momento solo han presentado lo programado hasta enero en lo que parece un periodo de transición que respeta algunas de las líneas programáticas anteriores.
Transición hacia qué
Transición. Esa es la palabra. No hemos hablado de Teatros del Canal, porque cuando esto se escribe, todavía no hay gobierno en la Comunidad de Madrid, con lo que no sabemos si Jaime de los Santos continuará al frente de la Consejería de Cultura, lo que significaría muy probablemente la continuidad de Natalia Álvarez-Simó como directora de Canal. Igualmente, la temporada 19/20 está programada y presentada, con lo que, de haber cambios, no los conoceremos hasta mediados de 2020. Este próximo curso teatral será, pues, un ladrillo más en la confirmación de que Madrid vuelve a ser importante a nivel internacional como foco de creación escénica contemporánea, pero con la mosca detrás de la oreja por si a la siguiente temporada se va la cosa un poco a la mierda. Sería una pena, claro, porque una nueva interrupción de un proceso que tiene que funcionar a medio-largo plazo para que se consolide definitivamente, sería una tragedia, al menos para los que consideramos que solo un teatro fuerte, crítico, diverso, inclusivo y arriesgado puede ser punta de lanza de la cultura de una ciudad y un país.
Balances de la temporada que acaba
Esta temporada que acaba nos sirve para confirmar que tenemos un teatro privado que, con sus muchas carencias a cuestas, disfruta del favor de eso que se llama el gran público. Hay variedad para todos los gustos, hay grandes mucisales como Billy Elliot, hay teatro de todos los géneros y estilos para aquellos que quieren las cosas “bien hechas”, hay monólogos y comedias a cascoporro para los que buscan evasión y carcajada, hay teatro para niños y niñas de todos los colores y hay un poco de la danza clásica que se disfruta como se disfruta un clásico imperecedero de Hollywood. Circo no hay tanto, pero lo que va habiendo concita también el aplauso general. Y luego las salas off, de pequeño formato, de autor, alternativas o como se las quiera llamar, reproducen en pequeño formato este raro ecosistema que va tirando a trancas y barrancas. De todo esto, de lo visto en los últimos nueve meses, personalmente me quedo con algunas cosas en lo que es una visión absolutamente sesgada y subjetiva, porque no puede ser de otra forma. Más allá de reconocer con toda la objetividad que me es posible que el teatro en Madrid, en general, está en buen momento, mis gustos personales me llevan a destacar algunas cosas concretas. Pero seguro que esta lista es tan lícita como cualquier otra que elabore otro periodista, otro profesional del teatro u otro/a espectador/a cualquiera.
Dicho esto, no me asalta ninguna duda al afirmar que lo mejor de la temporada ha estado entre abril y junio en el Teatro Valle-Inclán: Shock. El condor y el puma, o la vuelta del mejor Andrés Lima, un director que conoce y despliega como pocos los resortes del espectáculo teatral para conseguir emocionar y conmocionar, reflexión y catarsis. El potencial revelador, la épica, la ética y la estética, y la calidad actoral de este montaje son indiscutibles y han hecho que sea alabado por propios y extraños con una unanimidad que muy pocas veces sucede. Poco más de lo visto por el abajo firmante en esta temporada está a la altura. Citaría en ese sentido El desguace de las musas, de La Zaranda (estos nunca me defraudan), La letra escarlata, de Angélica Liddell (con sus peros, que haberlos haylos), Lokis, de Lukasz Twarkowski (en el Festival de Otoño) y Campo minado, de Lola Arias, que está muy en sintonía con Shock. El cóndor y el puma por la potencia escénica de una obra que parte del teatro documento.
Citaré otro puñado de montajes que también he disfrutado mucho, aunque no lleguen en mi opinión al nivel de excelencia de los anteriores. Me gustó mucho, en Conde Duque, Domestica, de Sleepwalk Collective, compañía que ha estado trabajando allí todo el año desarrollando el proyecto Aves migratorias, que también tiene muchas virtudes. Me encantó la obra con la que ha despegado una compañía catalana a la que auguramos un gran futuro, José y sus hermanas: Los bancos regalan sandwicheras y chorizos, programada hace unas semanas en el Teatro Español. Del último Festival de Otoño, además de la citada Lokis, me quedo con El bramido de Düsseldorf, de Sergio Blanco, que se pudo ver en La Abadía. De la temporada de los Teatros del Canal me quedo con otras dos: La resistencia, de Lucía Carballal, magníficamente dirigida por Israel Elejalde, y Guerrilla, de El conde de Torrefiel. Del Pavón Kamikaze, indudable el fenómeno Jauría, tanto como el otro fenómeno, Hermanas, de Pascal Rambert. La tentativa sobre Un enemigo del pueblo de Àlex Rigola, sin entusiasmarme, tampoco estuvo mal. Del CDN me quedo con una visita internacional del principio de temporada, Notre Innocence, de Wajdi Mouawad, y al final del curso con lo mejor de Íñigo Guardamino hasta la fecha: Metálica. Y luego hay cinco proyectos acogidos por Naves Matadero que afean ese contubernio de un sector de la profesión teatral madrileña, que sigue empeñado en propagar la posverdad de que aquello es un erial donde no se hace teatro y donde no va nadie. Interesantísimos el Díptico por la identidad de Vértebro; Gatillo de la felicidad, de Ana Borralho y João Galante; Tierras del Sud S.A., de Txalo Toloza y Laida Azkona, Atlántida, de Los Bárbaros, y Vespa, de Rui Horta. Finalmente, no quiero dejar de nombrar dos obras en las que está involucrada nuestra compañera Pilar G. Almansa: Cama (Teatros Luchana) y Mauthausen (Nave 73), fantásticas ambas. Y entre las decepciones, dos sonadas: lo último de Rodrigo García (Enciclopedia de fenómenos paranormales Pippo y Ricardo) en los Teatros del Canal, y Elogio de la pereza, de la rumana Gianina Carbunariu, en el CDN. Pereza, sí, mucha pereza.
Lo que está por venir: Pavón Kamikaze
No vamos a desgranar punto por punto unas programaciones que se pueden consultar en las webs de los teatros, pero destacamos algunas propuestas impepinables. La cuarta temporada de Kamikaze en el Pavón arranca con lo nuevo de Pablo Messiez, Las canciones, y le seguirá otro estreno absoluto, el Ricardo III de Shakespeare en versión de Antonio Rojano y Miguel del Arco y dirección de este último, con Israel Elejalde en el papel del tullido diabólico. También estreno absoluto será La leyenda del tiempo, versión a cargo de Carlota Ferrer y Darío Facal de la lorquiana Así que pasen cinco años. Pascal Rambert, artista asociado al Pavón Kamikaze, volverá con José, un texto expresamente escrito para este teatro, y antes veremos Traición, de Harold Pinter, con versión de Pablo Remón, dirección de Israel Elejalde y un trío actoral de vértigo: Raúl Arévalo, Irene Arcos y Miki Esparbé. Otro trío de locura en escena y de la mano también de Pablo Remón cerrará temporada con Las ficciones: Bárbara Lennie, Irene Escolar y Carmen Machi, casi nada. De la sala pequeña destacamos tres cosas muy apetecibles (aunque todo lo programado es muy apetitoso, vive dios): Chicas y chicos, de Dennis Kelly, dirigido por Lucía Miranda; Una novelita lumpen, de Roberto Bolaño, dirigida por Rakel Camacho; y 4:48 Psicosis, de Sarah Kane, dirigida por Israel Elejalde.
Teatro de La Abadía y CNTC
Como comentábamos antes, La Abadía ha presentado media temporada, hasta enero. Abren temporada acogiendo dos compañías muy particulares. Por un lado, Bella Batalla, que traen la experiencia de Un roble (en coproducción con Esto podría ser, que ya se disfrutó en el Pavón Kamikaze y el Teatro del Barrio) y Sea Wall, de Simon Stephens. Ambas las dirige Carlos Tuñón, la primera con Luis Sorolla y un actor invitado cada función y la segunda protagonizada por Nacho Aldeguer. Y por otro lado, la maravillosa locura de los gallegos Voadora, que presentan en Madrid Hemos venido a darlo todo, un espectáculo inclasificable e imprevisible donde la música y la plástica escénica cobran todo el protagonismo. Carlos Aladro, nuevo director de la casa, dirige Mercaderes de Babel, una versión de José Padilla de la obra de Shakespeare El mercader de Venecia. Tendremos de nuevo (esta vez en temporada, no como el año pasado que estuvo programada por el Festival de Otoño) la maravillosa Terrenal, de Mauricio Kartún, y el Teatro Nacional São João vendrá con Bella figura, de Yasmina Reza. También veremos una de las triunfadoras de los últimos Premios Max, A.K.A. (Also Known As) desde la barcelonesa Sala Flyhard. Y volverán los argentinos de Timbre 4 con Próximo, con texto y dirección de Claudio Tolcachir e interpretación de Lautaro Perotti y Santi Marín. Muy vinculada desde siempre a La Abadía, la compañía Nao D’Amores estrenará Nise, la tragedia de Inés de Castro, bajo dirección de Ana Zamora. Y también desde Barcelona, Desayuna conmigo, obra escrita y dirigida por Iván Morales.
Por su parte, la Compañía Nacional de Teatro Clásico da el protagonismo en la última temporada de Helena Pimenta a Calderón de la Barca. Ella volverá a dirigir La vida es sueño, esta vez con la Joven CNTC; Xavier Albertí hará lo propio con El gran mercado del mundo y Miguel del Arco de hará cargo de La señora y la criada. Del resto, destacar la coproducción con Ron Lalá en Andanzas y entremeses de Juan Rana; El sueño de una noche de verano de Shakespeare que abordará Bárbara Lluch; El enfermo imaginario de Molière que dirigirá Josep Maria Flotats; o El vergonzoso de palacio de Tirso de Molina a cargo de Natalia Menéndez.
Fernán Gómez, CDN y Teatro Español
El teatro de la plaza de Colón ha querido arrancar la temporada celebrando a Goya, pues se cumplen 200 años de sus pinturas negras. Se estrenará una obra de Sanchis Sinisterra, Monsieur Goya, dirigida por Laura Ortega, con escenografía de Daniel Canogar e Inma Cuevas al frente del reparto. Luego tendremos el estreno de un texto de Elvira Lindo, El niño y la Bestia; El rey Lear que trae Ricardo Iniesta o la versión de El otro de Unamuno a cargo de Alberto Conejero. Otros tres nombres destacados serán los de Alberto Iglesias, que dirige a un portentoso Javier Alegría en El hombre y el lienzo; María San Miguel, que dirige Wasted, de Kate Tempest; y nuestra querida compañía Teatro en Vilo, que presentarán Hoy puede ser mi gran noche.
Del Centro Dramático Nacional no sabemos mucho, porque su programación se presentará en septiembre, aunque podemos adelantar que el CDN abre temporada con la que será última dirección de Ernesto Caballero en su etapa al frente de la entidad: Madre coraje, de Bertold Brecht. Y en el Español, la temporada tiene el tema de las fronteras como leit motiv. Veremos para empezar a Eusebio Poncela protagonizando El sirviente, de Robin Maugham, en el mismo mes en el que disfrutaremos de Asier Etxeandía al frente de un nuevo proyecto musical, Mastodonte, junto a Enrico Bárbaro, y las huestes de José Troncoso nos desvelarán Lo nunca visto con su compañía La Estampida. Javier Gutiérrez y Cristina Castaño protagonizan ¿Quién es el señor Smith?, con dirección de Sergio Peris-Mencheta; Nur Levi y Silvia Abascal estarán juntas a las órdenes de Livija Pandur en Ecos; se estrenará La espuma de los días, de María Velasco, con producción de la casa; y veremos bailar a Aitana Sánchez-Gijón junto a Chevi Muraday y Alberto Velasco en Juana. Ya en 2020 Andrés Lima estrenará un proyecto que gira en torno al tema de la Prostitución, titulado así, precisamente, con Nathalie Poza, Carmen Machi y Carolina Yuste en el reparto. Y en la sala pequeña Félix Estaire y Xus de la Cruz dirigen a María Morales, Ángel Ruiz y Eva Rufo en Atentado, obra del propio Estaire. Verónica Forqué será directora en Españolas, Franco ha muerto, y Francisco Suárez dirigirá el Diálogo del amargo, de Lorca, con Gloria Muñoz al frente del reparto. Otros nombres imprescindibles para el próximo curso en el templo de la plaza de Santa Ana serán Miguel Rellán, Pepa Gamboa, Lola Blasco, Sol Picó, Agnes Mateus, Cayetana Guillén Cuervo o la propia directora del teatro, Carme Portaceli, que se ha reservado el montaje de La casa de los espíritus de Isabel Allende.
Naves Matadero
Lo decíamos al principio. Cabe la posibilidad de que Mateo Feijóo no pueda culminar su sugerente proyecto prorrogando otros 3 años al frente de Naves Matadero como está estipulado en su contrato, pero dependerá de los responsables de Cultura del Ayuntamiento de Madrid. Él quiere seguir, como dejó claro en la rueda de prensa de presentación de temporada. De momento ha preparado una programación cuyo eje temático está en las causas y efectos de las migraciones. Habrá tres producciones propias, comandadas por Mikolaj Bielski a partir de un texto de la premio Nobel Elfriede Jelinek, Europa/Los tutelados; Rodrigo García, con una propuesta a partir de las sonatas para piano de Mozart; y Darío Facal con La realidad, un proyecto instalativo que propone un juego de relatos dentro de otros relatos en una red infinita. El resto de la programación está llena de piezas multidisciplinares, expositivas, musicales y performáticas, como las de Rosa Casado y Mike Brookes (El cielo era más claro en aquellos días); Cecilio Castrillo (Wearable art); Gilles Jobin & Artanim (VR_I); Cristina Rodrigues (Home is the cathedral of life); Fátima Miranda (Living Room Room), Elena del Rivero (El archivo del polvo); Karl Van Welden (Mars II); Milo Rau (Empire) o Miet Warlop (Big bears cry too). Muchas de ellas se engloban en ciclos como la primera edición de BAC Madrid, Bienal de las Artes del Cuerpo, Imagen y Movimiento, o la segunda del FLIPAS, Festival Internacional de Palabra, Acción y Sonido. Cultura urbana a saco.
Canal y el resto…
El temporadón de los Teatros del Canal es imposible de resumir. Vayan a verlo TO-DO. Pero va, si no están por la labor, al menos elijan lo de Hofesh Shechter Compamy; lo de José y sus hermanas; lo de Deflorian/Tagliarini; lo de Alain Platel; lo de Frank Castorf; lo de Euripides Laskaridis; lo de Boris Charmatz; lo de Chévere; lo de Anne Teresa de Keersmaeker; lo de Proton Theatre; lo de Pippo Delbono; lo de Peeping Tom; lo de Kate Mitchell y, claro, lo de Angélica Liddell.
Para los amantes de la lírica, comentar que el Teatro de La Zarzuela continúa con su intención de insuflar aire fresco al género con la incorporación de jóvenes directores escénicos como José Luis Arellano, que dirigirá la ópera basada en Tres sombreros de copa de Mihura. Se estrenará, esperemos que esta vez sí, Policías y ladrones, y se recupera también La tabernera del puerto que dirigió Mario Gas. En el Real, podemos destacar la dirección escénica de Marcos Morau (La Veronal) en Into the little hill, de George Benjamin; o la de Calixto Bieito en Lear, de Aribert Reimann. Y en danza las actuaciones del English National Ballet y el Nederlands Dans Theater. En lo tocante a circo, el Price abrirá temporada con el tradicional Crece y luego llegará Chufla, un espectáculo de flamenco y circo protagonizado por cuatro clowns llamados Manuel Tallefé, Fernando Soto, Tomasito y Oriolo. Visitarán la pista del Price también la compañía La Vide con Ensayo de circo; la compañía de Lucas Escobedo con Yolo; o Claudel Doucet & Cooper Lee Smith con Prenderse.
En el ámbito privado destacamos que José Sacristán abrirá temporada en el Teatro Bellas Artes con Señora de rojo sobre fondo gris, de Miguel Delibes; que el cineasta argentino Juan José Campanella se estrena en el teatro con Parque Lezama, en el Teatro Fígaro; La Cubana, que estrenará Adiós futuro en el Teatro Calderón en octubre; o un musical basado en Ghost que llegará al Teatro EDP Gran Vía.