Fotos: Christophe Raynaud de Lage
Bien parece cosa de locos imaginar a La Ribot como Juana I de Castilla. Pero lo cierto es que ya la había encarnado en su perfomance El triste que nunca os vido, en 1992, que montó como lema de protesta por “la flota de artistas masculinos” programados en la conmemoración española de los 500 años de la llegada de Colón al Nuevo Mundo, un acontecimiento que ella recuerda como muy masculino y colonial. Y ahora, 32 años después, una casualidad la devuelve a aquella creación, que encuentra eco en Juana ficción, su novísima producción que llega al Centro de Cultura Contemporánea Condeduque procedente del prestigioso Festival de Avignon, que por vez primera ha programado a la polifacética artista madrileña residenciada en Suiza.
Habría que destacar que los movimientos feministas recientes han eliminado y desterrado el apodo de ‘la loca’ para referirse a Juana I de Castilla (1479 – 1555), hoy ya confirmada como una víctima de siniestras maniobras políticas masculinas, urdidas nada menos que por su marido, su padre y su hijo, que la mantuvieron encerrada en un Palacio de Tordesillas, alejada del poder que le correspondía, durante 46 años al ser diagnosticada (hoy dudosamente) como demente.
El punto de partida de El triste que nunca os vido fue la vigilancia y la opresión sufridas por la reina encerrada. En aquel entonces, La Ribot se hizo acompañar por Juan Loriente, un actor que ha vivido muchas aventuras escénicas con ella y ahora vuelve en este nuevo episodio, centrado ésta vez en el tiempo y el sonido. Por eso la música tiene en Juana Ficción un papel determinante.
Y aquí es donde entra Asier Puga, director orquestal al frente del Grupo Enigma, ensamble de solistas de la Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza, que sin siquiera conocer la existencia de El triste que nunca os vido, le comentó a La Ribot que estaba trabajando en El Cancionero de Juana, una colección de canciones que fueron compuestas como un regalo de boda cuando la reina se casó con Felipe de Habsburgo. Estas canciones la hicieron rememorar aquel trabajo, y surgió entonces la necesidad de volver sobre aquella performance desde una nueva óptica. Puga ha quedado como director musical, confiando la partitura al compositor contemporáneo Iñaki Estrada.
Aunque se mueve dentro de unas coordenadas estéticas muy personales, siempre desde el ámbito de las artes vivas, el trabajo de La Ribot pasa por ser tremendamente variado. A las Piezas distinguidas, ese emblemático trabajo de vida que todavía hoy sigue en evolución, se van sumando incursiones muy diversas en otros territorios como corroboran propuestas recientes como LaBOLA, una acción en directo o Happy Island, su propuesta de danza inclusiva para los bailarines de la compañía portuguesa Dançando Com a Diferença.