Mi abuela no se llama Carmen es el viaje de una nieta que redescubre a su abuela en los últimos momentos que pasaron juntas. Se habla de la vida y de la muerte, de la memoria histórica y de la falta de memoria.
De experiencias no contadas, de un pasado algo oculto que dibuja a una nueva abuela que ya había empezado a desdibujarse. De decisiones vitales a las que solo las mujeres nos enfrentamos, de la gestación, de la maternidad y de la soledad. La amistad y la familia como puntos cardinales. Antiguas lealtades, herencias invisibles y memorias ancestrales, se presentan como una partitura que debiéramos seguir.
¿Se puede una construir a sí misma? Un viaje tan espiritual como terrenal que no dejará indiferente a nadie.
Se trata de una autoficción, en la que encontramos las tres identidades propias del género: una autora que a su vez es narradora y personaje principal. Se trata de una autobiografía con tintes de ficción en la que la biografía de mi abuela se combina con la mía.
La obra es un monólogo pensado para ser dicho apelando directamente al público, no solo al contarle las historias y secretos de Carmen sino también al compartir las reflexiones y emociones que a lo largo de este viaje de despedida afloran en la nieta. El espectador acompañará a Carmen y a su nieta a lo largo de poco más de dos años… En escena conviven diferentes capas espacio-temporales donde la actriz va saltando de una a otra, haciendo de Carmen, de nieta o de autora de la propia historia.