Foto: Ana Erdozain
Isabel trata de un viaje infinito, de una odisea que no es una búsqueda sino una huida, porque no persigue un encuentro sino una pérdida. El viajero que protagoniza esta epopeya ya no quiere el saber sino el olvido. Para él, el viaje es lo único que tiene sentido, permanecer en el aire el mayor tiempo posible, no llegar nunca a ningún lugar, sólo volar. Cuanto más tiempo vuelas menos eres, cuanto más tiempo permaneces en el aire menos tienes que ser tú. Sólo cuando se pisa tierra, cuando se llega a algún lugar, cuando se aterriza, es cuando uno tiene que explicarse, que expresarse, que relacionarse, que ser. Isabel es una propuesta escénica que parte de la palabra escrita y la música como lenguajes principales, pero que se alimenta de lenguajes y códigos del podcast, la performance o el musical.