Alberto trabaja como portero de una casa, lo que le hace participar en mayor o menor medida de las vidas de sus vecinos, ocupación que comparte su tiempo con su familia y amigos, cuando le descubren un deterioro cognitivo en su fase inicial.
Alberto encomienda a su amigo y vecino Pablo la misión de hacer un seguimiento diario del progreso de su enfermedad con el fin de tomar medidas drásticas cuando el avance supere ciertos límites.
Entonces Pablo se enfrenta al dilema de si debe o no informar de lo que ocurre a María, la mujer de Alberto, a quien éste prefiere ocultar la situación.