¿Cuántas veces tuvisteis que escuchar la pregunta de si ibais a ser madre para tener la necesidad de escribir este texto?
Ángela Palacios: En mi caso, te diría que en realidad la pregunta de si quiero ser madre o no ha sido tan directa y obvia, pero estaba constantemente en el ambiente desde que soy pequeña. Para mí, la historia es que implícitamente, desde que existo, al nacer mujer, siento que se da por hecho que voy a ser madre. Directamente, la pregunta me la llevo haciendo constantemente desde que tengo uso de razón. Y, en ese caso, siento la presión mucho más grande porque parte desde dentro de mí. Es una presión externa que se ha vuelto completamente interna. Es un poco la rayada mental, por decirlo coloquialmente, de que realmente no soy libre para decidir si quiero ser madre o no porque no sé si este deseo es genuino o viene porque siento que tiene que serlo.
Paloma Remolina: En mi caso, vengo de una familia particular muy poco clásica digamos y nunca se me ha preguntado directamente si quiero ser madre o no he tenido una presión temporal por la edad. Meterme en este tema fue por hacer un acompañamiento a Ángela. Entre nosotras nos llevamos 2 años de diferencia y me ha venido genial trabajar con este tema antes de que las preguntas activadas por el reloj biológico estuvieran presentes en mi vida. He vivido este proceso desde un lugar secundario y ahora que me podría plantear estas preguntas por mi edad, es como más tranquilo. Ha sido terapia anticipada (risas).
Entonces, ¿cuál fue el detonante para ponerse con ello?
Paloma Remolina: Lo cierto es que no teníamos claro que este fuera a ser el tema para abordar desde el inicio.
Ángela Palacios: Mi último unipersonal fue en 2015 y en este asumí la dirección. Esta vez quería que alguien lo dirigiera desde fuera, pero esto es todo un tema porque pones a alguien externo a tu su visión y yo necesitaba mucha confianza. Paloma y yo tenemos el mismo lenguaje porque estudiamos en la misma escuela y hemos trabajado juntas en otra compañía con diferentes roles, así que le propuse que me dirigiera. En principio, íbamos a hacer una obra sobre la violencia de estado porque yo tenía en la cabeza un trabajo que había hecho sobre Ulrike Meinhof y nos metimos con eso y no salía. Yo estaba fatal porque estaba con el tema de la maternidad. Al final, lo que ocurre cuando te pones a crear es que ahí sale todo, lo consciente y lo inconsciente, aunque no quieras, y entonces si tienes a alguien que puede verlo y te guía bien, pues aparece. Esta mujer tenía dos hijas y yo solo hablaba de ellas, de que las había abandonado porque se había metido en una banda terrorista… En fin, no salía nada de la violencia de estado y entonces, un día Paloma se me acerca y me dice: “Ahora es cuando me vas a decir que tengo miedo a ser madre” (risas). Me puse fatal y pasaron unas semanas hasta que asumí que el tema era ese, llamé a Paloma y le dije que dejáramos de lado la violencia de estado que no era el momento. Realmente, no quería hablar de esto porque te expones mucho y porque yo estaba muy mal con todas estas dudas, no era agradable. La suerte que tuve fue que me encontraba en las mejores manos y pude llevarlo a cabo gracias a Paloma. No sé cómo lo viviste tú…
Paloma Remolina: Creo que fue como una cosa muy natural. Estuvimos como dos meses y medio trabajando en serio, la cosa no fluía y de repente, sale esta propuesta de tengo miedo de ser madre. En ese periodo de transición asumimos que queríamos hablar de esto. Una vez que se asume, es como si cada día creciera la flor 10 cm. Nosotras nos conocemos desde hace 13 años y lo que sí que teníamos claro era que queríamos tratar el tema desde un lugar más grotesco y más bufón porque cómo tratar un tema que puede ser tan dramático y que no se convierta en otro drama. Cómo poder verlo a través de otros ojos, así que la propia tragedia se convirtió en tragicomedia.
Llegados a este punto, ¿qué significa para vosotras ser madre?
Ángela Palacios: Yo desde que escribo y dirijo teatro, desde que me dedico al arte y estoy en procesos creativos, siempre he sentido que mis creaciones eran mis hijos. Además, la comparación con un hijo es que es completamente igual, como que la creación no es algo tuyo, sino que ha aparecido a través de ti, que es libre y tienes que dejarlo crecer como es, sin imponerle ni exigirle que tenga que ser de esa manera. Es lo mismo que lo que sería ideal con los hijos, que son personas independientes y tienen su propio camino. De alguna manera, siento que ser madre es alguien a través de la cual se crea vida. Ser madre es ser un canal de creación. Puede ser que crees un ser de carne y hueso, o un libro, o una canción, o un edificio, no sé cómo se sentirá una arquitecta que diseña y crea un edificio. Creo que la maternidad en sí es cuando te conviertes en canal de la creación de la vida. Me pongo muy intensa, pero es un poco así ¿no?
Paloma Remolina: Es divertido porque me recuerda a un ensayo en el que le decía a Ángela en que ya era madre porque ya estaba creando. En una creación artística, tú te comprometes a amar esta creación. No importa que al publico no le guste, yo la he hecho con amor, voy a sostener ese amor, no importa qué suceda. Si en un proceso creativo cuesta hacerlo me imagino que con un ser de carne y hueso que luego va a tomar sus propias decisiones para mí sería como una de las grandes maestrías del ser humano, de amar porque sí. No importa que te caiga mal, que tú le caigas mal, que no haga lo que tú quieres, que no se parezca nada a ti o que siga otro camino distinto al que tú decides. Está bien.
Ángela Palacios: Hay padres y madres que no lo son porque no saben amar. Está claro que para nosotras ser madre o padre no es tener un hijo, es otra cosa.
Cada vez son más las compañías que apuestan por propuestas multidisciplinares, ¿qué dice nuestro cuerpo cuándo no hay palabras para hablar sobre algo?
Paloma Remolina: Yo también soy actriz, pero me viene mucho más la inspiración a través del cuerpo y de la emoción que del texto. Ángela, en ese sentido, es al revés y quizás por eso hemos trabajado bien. Lo que he trabajado con ella es todo ese lenguaje corporal para contar todo lo demás para lo que el lenguaje oral se queda corto. Uno de los grandes logros que tiene la obra es eso, que hay una conjunción completa entre el trabajo corporal y el texto.
Decidir si ser madre o no se puede convertir en un problema muy grave porque es una decisión muy trascendental, ¿os ha costado mucho poneros en los zapatos de una persona que se plantea estas cosas?
Ángela Palacios: Creo que has dado en la clave con el tema de que es algo muy trascendental porque al final, Paloma y yo nos dimos cuenta de que, en realidad, más allá de hablar de la maternidad, estábamos hablando de la identidad. Este tipo de decisiones marcan completamente quién eres en el mundo y qué va a ser de tu vida y qué representa y qué has conseguido. Va más allá del hijo. Es una etiqueta de las más importantes o el oficio, a lo que te dedicas, como si eso te definiera. Necesitamos tanto pertenecer y ser alguien en la vida, esto te atraviesa completamente, por eso no nos gusta decir que, aunque la obra se centra en esta decisión de ser madre o no, para empezar, no es solo para mujeres, también es algo que interpela al hombre si quiere ser padre o no, aunque sus circunstancias sean muy diferentes porque no tienen el mismo reloj biológico. Va más allá de eso, va de esas preguntas trascendentales que arruinan la vida porque dios mío, tome un camino o tome otro, mi vida cambia radicalmente lo que te va a suceder y entonces por eso nos hemos podido poner en esos zapatos más que nada porque nos hemos planteado esas cuestiones. Hemos llegado a esa raíz. Esto va de quién voy a ser yo en la vida y en el caso de la mujer como la maternidad la define tanto que tenemos esta creencia horrible de que si no eres madre no eres una mujer completa, no has hecho lo más importante que tenías que hacer que es casarte y tener hijos. Creo que con el tema del matrimonio ya llevamos algo trabajado, como que ya no es tan importante para una mujer casarse, ni siquiera tener pareja y no sé si es porque ahora me está tocando de lleno, pero siento que con lo de la maternidad todavía no nos hemos liberado de esa etiqueta. Me siento mucho más libre si no tengo pareja, pero si no soy madre a mi me queda todavía bastante. Es jodidísimo, yo me siento en una crisis como cuando decidí que me dedicaba al teatro, si no lo hacia mi vida era otra completamente, yo siento que es como en un abismo lo que se abre.
¿Hasta qué punto la presión social te puede llevar a tener una vida que no es la que tú quieres?
Paloma Remolina: Creo que va más allá de una presión social activa, yéndonos a algo más sencillo, hacia la misma educación en casa, en las escuelas. Es como si nos enseñaran que hay cosas que hay que aprender o que hacer porque sí, en lugar de preguntarte a ti qué te hace feliz. Quizá el mayor agradecimiento que les tengo a mis padres es que ellos nos dijeron una vez que nuestro trabajo en esta vida era ser feliz, incidiendo en que solo nosotros sabríamos qué era, que ellos nos iban a apoyar en eso. Esto me dio una libertad total en la vida. La mayor crisis de cada uno está en plantearnos qué queremos hacer. Cuando hay tanta presión, no hay elección posible, simplemente tratas de ir en contra. En ese sentido, creo que hay una dificultad de base en la concepción del mundo y volvemos al tema de los padres; un padre tiene que acompañar, ser un guía para ese otro ser que viene pero, no tiene ni idea de qué es lo que quiere hacer ese ser en esta vida.
¿Por qué para la sociedad decir que no sabes si quieres ser madre o no, no es una respuesta válida?
Ángela Palacios: Poner tu felicidad en ser madre es un error porque lo pones en algo externo. Nunca nada de fuera te va a hacer feliz. Seas madre o no, tu felicidad no está ahí. Esa es la creencia que nos han impuesto. Cómo no te vas a agobiar. En el momento en el que consigues deshacer la ecuación, te das cuenta que es una opción que puedes desear o no pero no es el único camino hacia mi realización personal y hacia una vida feliz. Esa es la movida de la presión, que te están diciendo que si no vas a estar triste toda tu vida y que no tiene sentido. Cómo no nos vamos a agobiar y a dejarnos 10 mil euros en reproducción asistida, menudo negocio. Es el mismo negocio del capitalismo para venderte un coche o un batido de chocolate, cómete eso que vas a ser más feliz.
Incluso, en los casos en los que las persones acuden a los vientres de alquiler para sentirse más realizadas porque biológicamente no pueden, me pregunto si esa decisión también puede estar influenciada por esa presión de la que estamos hablando…
Ángela Palacios: Creo que con este sistema actual tan rápido, tan de conseguir todo ya, nuestro umbral de frustración es bajísimo, estamos acostumbrados a conseguir lo que queramos ya, sea lo que sea. Mira las aplicaciones de citas, ¿quieres follar esta noche? Tienes un polvo. ¿Quieres tener un hijo? Lo compras. Obviamente, hay que tener dinero. Creo que tiene mucho que ver con la concepción del mundo y de la vida que ha generado esta economía. Hay que pararse un segundo y decir: ¿Qué estamos haciendo?
Por otro lado, los índices de natalidad han caído en picado, ¿creéis que se debe a esto de lo que estamos hablando?
Paloma Remolina: Pienso que la gente realmente se está preguntando si quiere ser padre o no y reflexionando sobre el tema y eso provoca que los índices de natalidad hayan descendido. Ojalá y sea por eso. No lo sé, aunque seguramente que hay más razones, pero si es porque la gente se lo está cuestionando más profundamente pues me parece muy bien.
Ángela Palacios: Por otro lado, hay que tener en cuenta que está descendiendo la natalidad en los países más ricos, pero el mundo no para. Creo que comparto el mismo deseo que Paloma y espero que sea por un planteamiento sobre qué significa ser madre o padre. Es mucha responsabilidad acompañar a alguien en libertad, no es nada fácil. Dar órdenes es mucho más sencillo. Creo que ser padre o madre es una vocación.
Otra pata importante de esta pieza es la música a manos de Alba Rubió, ¿qué nos podéis adelantar de su trabajo?
Ángela Palacios: Alba Rubió es una artista maravillosa, una gran compositora de música y también es actriz cómica y una gran amiga. Comencé a trabajar con ella en un montaje de la compañía, Cándida. Cuando empecé el proceso de creación de Salve Regina, tenía claro que quería trabajar con ella. Vino a ver un ensayo y trabajamos mano a mano. De hecho, en los ensayos yo calentaba con Invierno de Vivaldi y se le ocurrió la idea hacer esto con voces de bebés, eran ellos los que cantaban El invierno de Vivaldi. Es muy divertido trabajar con ella y estamos muy contentas con la música que surgió.
Imagino que muchas personas empatizarán con esa pieza, pero ¿os habéis encontrado casos en los que no?
Ángela Palacios: En general lo que tú recibes son las críticas buenas pero el otro día una mujer ponía en Atrápalo que era una puesta en escena hiriente. Los bebés son muñecos Nenucos que acaban volando. Entiendo que esta mujer debió de sentirse muy herida porque sintió que estábamos haciendo apología del maltrato infantil pero claro, a mi me entraron ganas de llamar a esta mujer para decirle que era teatro.
Paloma Remolina: Es un enfoque completamente humano interno pero llevado a los extremos y a ver quién diga que no, cualquier madre ha tenido ganas inconscientes de matar a su bebé cuando no para de llorar. No es que lo vayas a matar, ni lo odies ni nada, es llevar a lo gráfico la desesperación que se puede sentir.
La compañía se llama Los espejos son para mirarse, intuyo el motivo del nombre, pero prefiero que me lo contéis vosotras…
Ángela Palacios: El nombre parte de que yo de pequeña me miraba mucho en el espejo. Recordando, no me miraba para ver si estaba guapa o no, yo me ponía a interpretar y hablaba sola. Llegó un punto en que me decían: “Te miras mucho en el espejo”. Y yo pensaba: “Pero qué más os da”. De ahí, la reivindicación de que los espejos son para mirarse. ¿Qué quieres que haga con un espejo? (risas). Por otro lado, también se llama así porque consideramos al teatro del arte un espejo de lo que somos y un espejo necesario. Es una necesidad para ser feliz precisamente, de mirarte, de entenderte y de sacar la luz y la oscuridad que llevamos dentro y de ser conscientes de las decisiones que estamos tomando y de los actos que llevamos a cabo.
Paloma Remolina: Y como de atrevernos a vernos nosotros mismos de otra manera porque otra cosa que se dice siempre es que el teatro es un espejo donde el público viene a mirarse. Para que esto suceda, el actor, el creador, el que está sobre el escenario es quien tiene que atreverse a mirarse a sí mismo primero. Ahí, sí que se puede volver un espejo para el público.
¿Qué dificultades hay para traer espectáculos de este formato a ciudades como Madrid?
Ángela Palacios: Ahora estamos muy contentas ya que pasamos de El Umbral de Primavera, donde hemos estado encantadas y nos han recibido maravillosamente, al Teatro del Barrio que tiene como el doble del aforo. Básicamente, la dificultad es que vas a taquilla, más allá de lo que conlleva mover una obra, la furgoneta, la escenografía… es el tema económico, que yo si pudiera me iría todo el mes a Madrid pero tengo trabajo en Barcelona y tengo que ir y volver cada fin de semana. Paloma viene para el montaje inicial. Esa es la primera dificultad que te puede salir o no a cuenta, que normalmente no sale, si el teatro ahora es mas grande pues ojalá que sí. Luego, que te conocen menos. Nosotras en Barcelona que ya tenemos un recorrido es más fácil.