El próximo 14 de junio el Teatro del Barrio acoge el estreno de SIRI, el final de una trilogía que empezó sin querer: su primer título fue La Sole, un espectáculo que abordaba la soledad y se estrenó en 2010. El segundo, La Piel, llegó en 2015. Ambos los escribió y dirigió Valeria Alonso a partir de una idea de Teresa Rivera, que también los interpretaba. Los dos nacían de la necesidad de contar y de crear. A los dos los unía una bata de cola. Y de La Piel nacía una pregunta: ¿por qué tocamos más la pantalla de un móvil que la piel de la gente que queremos?
SIRI es la respuesta: un espectáculo unipersonal de nuevo con Teresa Rivera en escena y que se estrena tras una residencia artística en DT Espacio Escénico y, en la presente temporada, en el Teatro del Barrio. Porque en medio de este proceso, Teresa se enamoró a través del móvil, de una pantalla. Son las paradojas del presente. Así se enganchó al teléfono, estaba hiperconectada: miraba esa pantalla, todos esos píxeles, y sentía cosas. Hormigueos, suspiros y todo el catálogo de sensaciones del enamoramiento. Mientras, se enfrentaba a esa pregunta sobre la forma de relacionarnos entre nosotras representando La Piel en la Sala Pradillo. Era también para ella un momento de grandes transformaciones del cuerpo.
Así que SIRI constituye también una celebración del cuerpo físico, y una voluntad de hablar de una fase bisagra y natural para muchas mujeres que se acercan o sobrepasan los cincuenta. Un momento en el que la sociedad tiende a ser cruel sobre sus cuerpos. En esta propuesta se reivindica el cuerpo sea como sea. “Tu cuerpo es pa darle alegría y cosa buena, como cantaban Los del Río”, puntualiza Teresa. Se celebra lo que es, e incluso lo que pudo ser y no fue.
QUE SUENE LA MÚSICA
Y así nace la relación con la música, con su poder evocador, emocionante. En este caso, con la banda sonora de Rocky, que nos puede trasladar a lo que ya no está. Con su capacidad para llevar la imaginación hasta cualquier lugar, construir y evocar recuerdos. “Se trata de notar cómo la música entra en la piel. Cómo la música te modifica la piel, sobre todo cierto tipo de música. Cierto el arte te transforma. La música es una revolución en sí misma”, explica Teresa.
Teresa Rivera está sola en el escenario, pero no en el proceso creativo. “No he querido presionarme ni exigirme. Hemos trabajado con las (no) condiciones que hay. Me acompañan Elisa Sanz, que, como en las producciones anteriores de esta trilogía, sigue con la plástica escénica y con el vestuario en SIRI. También con Noelia Tejerina al diseño de luces. Julia Monje se encarga del movimiento. Rakel Camacho de la mirada externa. Hay audiovisuales maravillosas de David Martínez, de Miseria y Hambre Producciones.