Nadie sabe qué pasa con las princesas cuando se cierra el libro. Seguramente nos sorprenderíamos al leer todas las segundas partes que no han sido escritas. Porque las historias continúan, y no es verdad que nos pasamos la vida comiendo perdices.
Masa Madre evoca un universo atemporal: aquello que nos mantiene vivos, en constante desarrollo, desde que nacemos hasta que morimos. En una sala de hospital, una cocina, en un parque, se juega al juego de doblar la cuerda, masas de harina toman toda clase de formas, se manipulan cabellos con trenzas, cuerdas de aéreos nos evocan cordones umbilicales y mesas y taburetes se transforman en terrenos inestables de superación… Masa Madre se cuestiona si el destino de las personas es nacer, reproducirse (o no) y morir, y mira más allá.