El Príncipe Felice va a cumplir L años. Esto es muy importante, porque esa es la edad a la que el heredero, tradicionalmente, accede al trono en este país. El país es Extraña. Una nación como Dios manda, con etiqueta AENOR de país como dios manda -no como Corea del Norte-. El jefe de estado de Extraña, su Rey, siempre aparece en público conduciendo él mismo su propio automóvil. ¿Qué mejor alegoría puede haber de que hay alguien firme y seguro al volante de Extraña, que ver al monarca manejando un vehículo?
No obstante, la felicidad de Felice no es completa. Padece una peculiar dolencia -que se ha autodiagnosticado él- denominada ‘Dislexia Antojadiza’, la cual le impide conducir. Pero vamos, Felice cuando tiene que aparecer en público se monta en el coche, se pone al volante, y un buenísimo equipo a su servicio lo conduce por control remoto.
Es un secreto de estado, claro. Y bueno, mientras la radioconexión no falle, la permanencia de la monarquía en Extraña está asegurada.
¿Bululú escénico de un tío de la Edad Media? No, perdón: de un tío de mediana edad.