Azucena y Rosa llevan viviendo juntas un par de semanas, todo está tranquilo, la convivencia entre ellas fluye, todo encaja… Cuando de pronto, la cosa cambia.
Azucena comienza a comportarse de una manera extraña, todos los recados se los manda a Rosa, no sale de casa, por las noches le pide que mire por la ventana, también le pide asomarse al portal a altas horas de la madrugada a ver si viene alguien… Rosa está harta, ella lo que quiere es ver su novela favorita Derecho de amar y estar tranquila, está convencida de que Azucena tiene miedos absurdos, pero…
¿Realmente son paranoias absurdas? ¿Seguro que nadie quiere hacerles daño?
Lo que no sabe Rosa es que en pocas horas ambas se verán enredadas en una situación de la que no podrán escaparse con facilidad.