Montse y Marga se reúnen cada día a la misma hora y en el mismo banco para ver el atardecer juntas. Ambas están sumidas en la espiral de una rutina de la que no son capaces de salir por miedo a la soledad. Un día, el orden de sus costumbres repetitivas se rompe, lo que les hace transitar por diversas situaciones movidas por el apego, el orgullo y el paso del tiempo.