Fotos obra: Kiku Piñol
¿Cómo llega a ti la oportunidad de participar en el proyecto internacional de creación escénica Extended Universe del que forma parte este montaje?
Yo ya estaba conectado a la Sala Beckett porque había formado parte de la 3ª edición de Els Malnascuts, el laboratorio de creación escénica del teatro. Cuando les llegó Extended Universe (proyecto en el que también participaban teatros de Copenhague, Londres y Atenas) mi nombre fue uno de los que se puso sobre la mesa. Al final fuimos cuatro creadorxs, unx para cada teatro. Poder compartir el proceso de escritura con lxs demás fue muy transformador.
¿Por qué trabajar con jóvenes y tratar temas que les atañen en tu primera obra como autor y director?
Era una de las premisas, que escribiéramos piezas teatrales que exploraran el poder y la utopía durante la adolescencia. Cada unx tomó un rumbo diferente, pero todas las piezas creadas dentro del proyecto partieron de esa base.
¿Cómo eliges a los tres jóvenes actores protagonistas, Lluís, Biel y Valèria? ¿Han formado parte activa de la versión definitiva del texto y del proceso de creación escénica?
Hicimos una convocatoria de casting abierta desde la Beckett. Necesitábamos tres intérpretes muy jóvenes y muy potentes. Sostienen la función entre lxs tres, y dan vida a muchos personajes durante la hora y media que dura. Aparte de eso, también tenían que cantar. Tuvimos mucha suerte con Lluís, Biel y Valèria.
El texto estaba cerrado cuando arrancaron los ensayos, pero participaron activamente convirtiendo las palabras en acción. Cristian, Samuel y Anita se acabaron de construir con ellxs.
La historia aborda temas que para mucha gente todavía resulta incómodo afrontar abiertamente como la salud mental, el suicidio juvenil y el acoso escolar. Es una mezcla explosiva, ¿es una obra tan dura como a priori puede parecer?
Es dura, pero también es muy luminosa. Hay un equilibrio entre lo violento y lo tierno. Entre el puñetazo y la canción.
¿Son más comunes de lo que queremos pensar?
Mucho más. Cuando empecé con el proceso de escritura, quería incluir estos temas y hablar sobre problemáticas de las que me hablaron muy poco cuando yo era adolescente. Fue durante el propio proceso de documentación e investigación cuando me di cuenta de lo habituales que son algunas de las situaciones que aparecen en la obra.
¿Todavía cuesta aceptar que no tiene que haber un detonante significativo para caer en una depresión o pensar en el suicidio?
Totalmente. La desinformación y, por lo tanto, la gestión caótica pueden hacer que casos que a priori no son tan graves, se expandan.
Aquí el acoso escolar sucede tanto de manera presencial como por redes sociales. ¿Ya no debemos concebir atajar uno sin poner freno al otro?
La línea que divide lo presencial y lo digital cada vez es menos clara, y muchas veces un comentario hecho por redes tiene el mismo impacto emocional que un comentario hecho en persona. El acoso escolar sigue en marcha fuera de las aulas.
Más allá de los hechos en sí, la obra analiza muy bien la onda expansiva que provoca. ¿Era imprescindible para ti abordar las consecuencias en diferentes niveles y en las distintas personas que se ven involucradas?
La obra sigue a tres compañerxs de clase, pero hay muchos momentos en que el punto de vista pasa a sus padres, madres, profesorxs… Se genera una constelación de afectadxs que hacen lo que pueden para afrontar lo que sucede.
También me parecía importante destacar ciertas dinámicas entre lxs que educan y lxs que reciben la influencia de estxs educadorxs. Explorar cómo una generación pasa el estigma y la desinformación que rodea a la salud mental a la siguiente.
La amistad entre los tres jóvenes es fundamental en esta historia. ¿Va a ser lo suficientemente fuerte para superar todo lo que sufre uno de ellos?
A momentos lo será. De ahí las canciones y la noche en el karaoke: un oasis de amor y vulnerabilidad que, mientras dura, es indestructible.
Los tres intérpretes en escena son los encargados de contarnos toda la historia: a través de conversaciones, ejerciendo como narradores o encarnando distintos personajes. ¿Estas transiciones fue lo más difícil de ajustar en los ensayos?
Cuando escribía el texto, ponía la atención en que el paso de un personaje a otro, de un espacio a otro, se pudiera ejecutar sin cortar la emoción que se había generado en la escena anterior. No me preocupaba la puesta en escena. Eso sí fue un trabajo más colaborativo entre lxs intérpretes, Rita (ayudante de dirección), Alba (movimiento) y yo.
Durante el proceso de ensayos, siempre teníamos en mente que lxs que narraban eran Samuel, Anita y Cristian, y que los espacios y las personas que convocaban debían pasar por ellxs. Tenía que ser una transformación sutil, casi imperceptible.
En el diseño escénico apostáis por un escenario casi vacío creando una propuesta muy directa. La música, sin embargo, sí va a tener un papel muy significativo, ¿no?
Las canciones nos ayudan a adentrarnos más en lo que sucedió, y lo que sucede durante la noche en el karaoke. Son momentos de conexión y diversión que te dejan respirar después de acompañar a los personajes por momentos bastante violentos. Son como una pomada. Ayudan a cicatrizar.
Habéis estado ya en varios espacios, ¿se ha planteado (o lo habéis hecho ya) ir con la obra a institutos o que se organicen los centros para llevar a los alumnos? ¿Cómo es recibida la obra por los jóvenes? ¿Hay diferencia con cómo la recibe el público en general?
Sí. En la Sala Beckett hicimos funciones escolares. Los coloquios que las sucedían estaban cargados de debate entre alumnxs y profesorxs. Me atrevería a decir que en las funciones abiertas al público en general se generaba más nostalgia, retrospección y autocrítica. La función pone en duda a los espacios en los que lxs adolescentes viven su día a día. La respuesta después de las escolares era mucho más visceral.
¿Es un montaje que busca generar un debate posterior en el espectador? Porque no es un texto de respuestas, más bien de abrir muchas preguntas y reflexiones, ¿no?
Pone la lupa sobre ciertas dinámicas y, sí, se pregunta si son válidas. Hay situaciones bastante extremas en la obra, pero hemos intentado comprender a todxs lxs implicadxs. Ofrecer un abanico de reacciones y de ideologías, y darles espacio para que colisionen.
¿Has descubierto alguna faceta tuya ejerciendo como director que como actor no eras consciente todavía?
El proceso de creación de Karaoke Elusia me ha confirmado que esto es lo que quiero hacer: escribir y dirigir. Eso sí, mi formación cómo actor (combiné los estudios de guión y dramaturgia con los de interpretación) me ha aportado herramientas muy útiles a la hora de afrontar proyectos desde la escritura y la dirección.
Primera obra y directamente a ser programado en el CDN. ¿Cómo lo estás viviendo?
Estoy celebrándolo mucho. Cada ensayo, cada reunión.