La primera vez que cayó esta novela entre mis manos (todavía no había cumplido yo la mayoría de edad) la leí del tirón, sentí que había descubierto un tesoro literario. Me enamoré de su protagonista, Gabriela López, esa mujer cuya vocación absoluta es enseñar, regalar conocimiento, darles un arma a los niños y las niñas para que puedan valerse por sí mismos y que nadie les engañe. Y por supuesto, me enamoré de la forma en la que estaba contada la historia, pues la maestría de Josefina Aldecoa es admirable.
Años después (cuando ya había caído en las redes de Talía y había hecho mis primeros pinitos como actriz y dramaturga) la volví a leer y vi claramente en ella una obra de teatro. Imaginé una pieza para una sola actriz. Una mujer entra al escenario convertido en el desván de su memoria donde habitan los recuerdos de su pasado como maestra. Una época que no se había atrevido a rememorar porque, a pesar de ser los años más bellos y plenos de su vida, encierra también acontecimientos muy dolorosos. Un monólogo en el que la memoria de la protagonista ejerce de filtro, esta trata de evocar con dificultad y a saltos esos acontecimientos que van desde el día que se saca el título de maestra en 1923 hasta el estallido de la Guerra Civil española en 1936.
Y así, me dispuse a escribir la adaptación teatral, y me enamoré de nuevo de Gabriela, tanto cariño le cogí que cuando surgió la oportunidad de llevar a escena mi versión, tuve claro que yo interpretaría el personaje pues llevaba sin saberlo años ensayándolo, desde esa primera vez que leí la novela.
Me rodeé de un maravilloso equipo artístico y técnico, que guiado por la directora Gemma Miralles, han dado forma al viaje de Gabriela. Una travesía que pasa por el frío y la nieve del pequeño pueblo de montaña; la luz, el calor y el mar de la isla de Fernando Poo en Guinea Ecuatorial; el clima seco de Castrillo de Abajo; el polvo de carbón que todo lo cubre en Los Valles, un pueblo minero asturiano con luz eléctrica y agua corriente. Pero también una travesía de crecimiento interior ya que Gabriela vive algunos de los acontecimientos más importantes de la Historia de nuestro país: la proclamación de la II República, el triunfo de la derecha en las elecciones de 1933, la Huelga General de octubre de 1934 y su represión por parte del Ejército, la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, la sublevación militar de julio de 1936.
Nuestro espectáculo habla de la Historia de España, sí, pero desde el punto de vista de la mujer: su vida cotidiana, su trabajo, su pensamiento, su participación en la vida social y política. Retratando el significado que determinados hechos históricos tuvieron para ellas, cómo las afectaron y, sobre todo, cómo los vivieron.