En esta obra de Santiago Loza interpretada por Eduard Fernández, lo reflexivo e incluso lo lógico desaparece aparece de un modo muy profundo lo emocional, lo primitivamente humano. Ese lugar donde uno puede meterse dentro del otro para reconocer lo propio y esa ‘transformación’ no puede explicarse, sucede, ocurre, en el presente. De hijo a madre. De madre a hijo.
En Todas las canciones de amor nos habla una mujer -una madre- de los misterios cotidianos: «Cuando lo inexplicable se repite una se da cuenta de que la realidad ha sido tomada por el asombro». Desde ese asombro nos habla una mujer al final de su vida. De madre a hijo. De hijo a madre. Nuestra madre no tiene nombre. Las que sufren, las que buscan con desenfreno percibirse a sí mismas, no tienen nombre, como si a través de ese no nombre se pudiese nombrar a todas. El alzheimer, el olvido, el recuerdo y el amor.