Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra
Por Alberto Morate
Poética de la naturaleza, de la vida misma, del crecimiento, de la soledad, de las relaciones humanas. María Velasco, la autora, se desnuda sin reservas. Y lanza un canto de necesidad, un grito de protesta; se cuestiona si lo establecido es lo permitido o si la palabra es suficiente para entendernos. Si entendemos, por nuestra parte, a la naturaleza. A la ecológica y a la humana. A la real y a la onírica.
En torno a ella, a la naturaleza, a la delicadeza y fragilidad humanas, o resistencia, la dramaturga intenta denunciar, arrimar el hombro, quizás, mostrarnos sus inquietudes, quiere que tomemos conciencia. Hay en Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra, libertad de temas, no escritos al dictado, muy al contrario, abordando la moralidad católica, las costumbres familiares y los trapos sucios de esas familias, las dificultades para conseguir títulos y lo que pretenden o juzgan los tribunales y/o equipos de oposiciones académicas, el maltrato y la claudicación ante actitudes machistas en la dignidad humana, el cuidado, la integración o el arrasamiento de la mano del hombre en el entorno natural. Porque los árboles también se doblegan.
En el texto se quiere plasmar una mirada limpia, poética, una voz sin coacciones, una realidad tremenda, hechos históricos de gente cotidiana y modesta, no de grandes héroes con magníficas gestas.
Ineludible es venir a verla. Expresividad corporal y gestual, palabras ajustadas, danza, interpretación punzante y medida, emocional, de Laia Manzanares, Joaquín Abella, Miguel Ángel Altet, Fran Arráez (La Toñi) y Beatrice Bergamín, música imprescindible que suena a órganos internos, texto poético, desnudez corporal, voces con una problemática actual que nos afecta.
Los cuidados que podamos tener con el sistema medioambiental no siempre ven su recompensa, como tampoco es correspondido el deseo con la realidad de una sociedad insatisfecha.
La obra fue ganadora del Premio Max a la Mejor Autoría Teatral, así como del Premio Internacional Heidelberger Stückemarkt, pero eso queda para la galería de méritos. Lo que realmente importa es que es una puesta en escena no convencional, que nos habla desde una perspectiva poética de unas realidades cruentas.
