Dystopia nace en movimiento. Giras, rutas, aeropuertos, hoteles y estaciones de tren. Buscando siempre dónde conectar nuestros teléfonos, venerando satélites en órbita, dependiendo de una red, disfrutando de Cybernia y Dystopia.
¿Cómo?
El corto alivio de conectarse para volver a ser Yo.
¿Quién?
Cybernia y Dystopia.
Desde entonces, el oprobio y el éxito signaron nuestras vidas.
Dystopia es un constante acto de equilibrio entre lo trivial y lo sublime que cuestiona alegremente nuestra condición humana. El espectáculo se burla de todo tipo de mandatos y asignaciones para profanarlos mejor. Desactiva los miedos, los excesos y las posturas a través de la risa interpelando al espectador: «¿De dónde venimos? ¿Hasta dónde llegamos? ¿Cuál es el destino de este ser humano?».