Fotos: Nerea Coll
Pont Flotant vuelve a enredarse en los hilos de la memoria para cuestionarse cómo gestionamos, cómo reaccionamos, cómo educamos, cómo nos preparamos ante un hecho inevitable e irreversible como es la muerte. En definitiva, ¿cómo vivimos sabiendo que un día dejaremos de estar vivos?
El aire se vuelve frío y el cielo empieza a oscurecerse. Dicen que algunos perros aúllan y que las abejas se amontonan colapsando la entrada de sus colmenas. Algunos pájaros vuelan confusos. El tiempo se para. Todo está en silencio. Todo es oscuro. Todo suspendido… sin saber qué ocurrirá… con la sensación de que podríamos permanecer siempre en esta noche infinita… Pero unos segundos más tarde, quizás unos minutos, o podrían ser años, generaciones, milenios o eones de existencia, el día llega de nuevo. Una profunda emoción nos invade y sentimos el privilegio de haber sido testigos de un hecho incomprensible. Hemos asistido al ensayo general de un posible final.