“Estas mujeres tenían mucho miedo, pero el amor era aún más grande”
Aldara Molero y Camino Ventura son las fundadoras e impulsoras de Producciones Bernardas, una compañía teatral que crea obras originales sobre temas sociales y con un lenguaje contemporáneo. Del 2 al 4 de junio llegarán a Cuarta Pared con el emotivo montaje Los hijos de cualquiera, una ficción teatral inspirada en las madres gallegas que lucharon contra el narcotráfico en los años 80 y 90.
Ambas nos cuentan cómo ha sido el proceso de creación de este montaje comprometido y que homenajea a unas mujeres que se unieron para conseguir derribar al gigante movidas por el inmenso amor a sus hijos.
Los hijos de cualquiera
Por Sergio Díaz
¿De dónde surge la idea de hacer un proyecto como este? ¿Era por algún vínculo personal con los acontecimientos narrados?
Aldara Molero: Cuando conocí la historia de Fundación Érguete y sus comienzos me impactó muchísimo e impulsó las ganas de llevar a cabo un montaje contando las historias de estas madres. Esta obra es un homenaje a todas ellas.
Camino Ventura: Yo, como gallega, conocía la historia de Carmen Avendaño y Érguete, todo un referente en la lucha contra el narcotráfico en Galicia. Cuando Aldara me propuso hacer un montaje sobre este tema me pareció una idea muy interesante.
¿Cómo os habéis documentado para crear la propuesta?
Desde el principio contamos con la colaboración y la ayuda de Érguete y Carmen Avendaño en todo el proceso. Para nosotras era importante que la información que tuviéramos fuera de las propias protagonistas. Estamos muy agradecidas con todas ellas.
Y en base a eso, ¿cómo habéis elaborado la dramaturgia? ¿En qué aspectos ahondáis en el montaje?
Aldara Molero: Cuando le propuse a Natalia Mariño coescribir y dirigir juntas tenía muy claras dos cosas: vamos a narrar unos acontecimientos a través de la mirada de esas madres, toda la historia contada por ellas. Ahondamos en lo íntimo para hacerlo universal pero no es teatro documental (que ojo, nos encanta, pero aquí partimos de un acontecimiento real para ficcionarlo).
La obra la protagonizan cinco actrices que dan vida a cinco mujeres. ¿Son casos de mujeres concretas como el de Carmen Avendaño o son historias ficcionadas construidas en base a testimonios reales?
Son ficciones que hemos construido a través de muchos relatos . Todo lo que se cuenta en la obra sucedió pero hemos unido los relatos en cinco mujeres que de alguna manera representan a un colectivo.
Cuando ellas deciden dar el paso de organizarse, ¿recibieron el apoyo de sus vecinos, de sus familias?
Carmen nos contaba que se hizo sobre la marcha, casi sin darse cuenta y sobre todo sin saber, pero contaron con el apoyo de sus vecinos y de la opinión pública.
¿A qué amenazas se tuvieron que enfrentar?
En su documental Ni locas ni terroristas aparecen sus testimonios, las amenazas que sufrieron en todo el proceso… Os recomendamos verlo.
¿Cómo se vence el miedo? ¿Cómo logran sacar fuerzas y luchar contra algo tan peligroso como pueden ser los narcotraficantes?
En la obra uno de los personajes dice. «No sé de dónde voy a sacar fuerzas», y otro contesta: «Del amor, hija, del amor». Ellas tenían mucho miedo pero el amor era más grande.
Para los que ya tenemos una edad, La Operación Nécora fue algo muy sonado en la década de los 90. ¿Qué influencia tuvieron estas mujeres gallegas en esa gran operación?
Lo que se consiguió fue gracias a la ayuda y colaboración de este colectivo. Ellas fueron clave y motor en una operación de ese calibre que sirvió para encarcelar a mucha gente.
Y 35 años después de empezar la lucha, ¿para ellas mereció la pena el precio que han tenido que pagar?
Eso habría que preguntárselo a ellas, aunque creo que en esa lucha sintieron que no había otra opción que la de luchar, por sus hijos y los hijos de las demás.
Las Madres de la Plaza de Mayo, vuestras madres gallegas, el movimiento del Pañuelo Verde, las Kellys, los movimientos de las mujeres africanas como el inspirado por Leymah Gbowee, el movimiento feminista por supuesto… Cuando las mujeres se organizan y se unen ¿son capaces de cambiar el mundo?
Estas mujeres nos recuerdan el poder de lo colectivo, de la sororidad y el apoyo en las otras como motor de fuerza para seguir adelante. Son un recuerdo vivo de la lucha social donde ellas convierten lo que sucede en su hogar en un conflicto público y colectivo.
En una época en la que los ciudadanos de a pie hemos perdido la fuerza en la calle, de cara al futuro, ¿la esperanza de lograr cambios sociales y una sociedad más justa será gracias a la voz de las mujeres?
Desde luego, nunca será sin ellas. Sin nosotras. Las mujeres tenemos, fruto de una sociedad machista y patriarcal, el rol de los cuidados. Aprendemos a cuidar desde niñas y lo tenemos sumamente presente. Este montaje tuvo muy claro en todo momento el cuidado de las unas sobre las otras. Vamos a trabajar, sí, pero cuidándonos todas en todo el proceso. El cuidado mutuo es, para nosotras, uno de los elementos claves para esta sociedad.
Entonces, ¿pueden las hormigas derrotar al elefante?
En este caso, sí, absolutamente.
Estrenasteis la obra en el pasado Festival Surge, ¿Cómo está siendo el viaje con ella? ¿Habéis podido llevarla a Galicia?
Estamos abrumadas por la recepción del montaje y muy agradecidas. No ha sido fácil, el tema es complejo… pero lo hemos trabajado desde la honestidad y el cuidado absoluto. Esperamos ir pronto a Galicia a compartir nuestro trabajo. Por suerte parte de Érguete estuvo en el estreno y fue una experiencia preciosa.
¿Cómo surge Producciones Bernardas? ¿Quiénes formáis la compañía?
Antes que socias, fuimos compañeras de piso y amigas. En un momento dado nos planteamos que la mejor manera de sacar adelante proyectos propios era creando una compañía. Las Bernardas somos Aldara y Camino, pero también toda la gente que en los diferentes proyectos ha colaborado de una forma u otra con nosotras.
¿Cuáles son las líneas maestras que definen vuestro teatro?
Hacemos obras de creación propia donde utilizamos el lenguaje teatral contemporáneo para poner el foco sobre temas sociales que nos movilizan. Nuestra línea está marcada por la importancia del trabajo en elenco, la poética de lo cotidiano en escena y la mezcla de lenguajes. Después de cinco montajes y mirando hacia atrás, nuestro teatro es un teatro homenaje a colectivos sociales; queremos contar las historias de los que nunca han podido hablar.
Camino, tú vienes del audiovisual, ¿cómo te convencen para dedicarte al mundo de las Artes Escénicas?
Camino Ventura: Yo, en realidad quería ser montadora de cine, pero las opciones laborales tras la crisis de 2008 en el mundo audiovisual eran muy escasas. Cuando Aldara me dice: “¿y si montamos juntas una compañía?”, inmediatamente me tiro a la piscina con ella. Tenía poca experiencia en el mundo teatral, pero sí en producción audiovisual, y muchas ganas de participar de un proceso creativo. Aunque sean lenguajes totalmente diferentes, al final de lo que se trata es de contar una historia, mostrarle algo al público, provocar una reacción en el espectador.
¿Y es por esa formación y ese gusto por lo visual por lo que queréis dotar a vuestros trabajos escénicos de una estética muy cinematográfica o no es una pretensión?
No, no lo buscamos, pero cuando iniciamos un montaje investigamos desde el inicio con la estética y lo plástico hasta que damos con la clave de la imagen que queremos mostrar.
Los hijos de cualquiera es vuestro quinto montaje, tras Para poder seguir sin ser yo, Allí, La Mina y Cuidados. ¿Qué es lo que os mueve a la hora de llevar a cabo una obra? ¿Hay algún nexo de unión entre ellas?
Todas tienen en común que el tema nos atraviesa y nos mueve hasta el punto de querer hacer un montaje (que para como está la situación, ya hay que tener ganas). En cada proyecto tenemos un equipo diferente, aunque hay personas que han colaborado con nosotras en muchas ocasiones.
En la dramaturgia y en la dirección de nuestros montajes hemos tenido diferentes colaboradores: Juanje de los Ríos, María Prado… En Los hijos de cualquiera el texto y la dirección se han hecho a cuatro manos entre Aldara y Natalia Mariño. Estamos muy agradecidas a todas las personas que han trabajado y trabajan con nosotras.
En este 2022 estáis celebrando vuestros 10 años de trayectoria. ¿Qué balance hacéis de este camino?
En 10 años y cinco proyectos hemos crecido mucho. Desde los primeros bolos en salas muy pequeñas a estar programadas en Cuarta Pared o ser seleccionadas en el Surge. Hemos trabajado muy duro para llegar hasta aquí, lo que no es nada fácil. La autoproducción es muy complicada, y a veces cuesta mucho esfuerzo sacar los proyectos adelante, pero cuando pensamos en lo que hemos conseguido hasta ahora, nos sentimos muy orgullosas. Ahora hay que pensar en qué es lo que viene después, qué será lo próximo. ¡Y que vengan muchas funciones!
Vuestras obras se conforman con un grupo de intérpretes afín a vosotras que vienen de diversos lugares, pero mayoritariamente de Cuarta Pared. ¿Qué nos podéis decir de este espacio, uno de los emblemáticos de nuestra ciudad?
Aldara Molero: Para mí, Cuarta Pared es mi casa teatral. Me siento orgullosa de mis compañeras y agradecida por contar una historia en un lugar donde me siento tan querida y cuidada. Cuarta Pared nos ha acompañado en todo el proceso y para nosotras es un honor.
Y para finalizar, ¿cómo veis el ecosistema teatral independiente de Madrid?
No nos engañemos, la profesionalización no es nada fácil en este sistema. Si pretendes que todo el mundo cobre un sueldo digno, con alta en la seguridad social, teniendo todo legal y en regla, es muy complicado que tu proyecto salga adelante. Esa tiene que ser nuestra lucha, queremos trabajar (y dar trabajo) dignamente y hacerlo lo mejor posible. Nosotras en esa lucha estamos. Hay compañías muy interesantes, Madrid tiene una oferta teatral diversa en contenidos y formatos de gente que paga por trabajar mientras trata de vivir dignamente. Igual el debate tiene que enfocarse ahí.