La señorita Julia aparece sin vida en la cocina de la casa de su padre, el Conde. Todo hace pensar que se suicidó con una navaja de afeitar que pertenecía a Juan, el criado favorito de la casa. Durante el interrogatorio, se convierte en sospechoso de haberla matado al desvelarse que él y la señorita compartieron bebida y secretos, e incluso, llegaron a consumar un acto sexual incitado por la propia señorita. Los hechos, sucedieron durante la mágica Noche de San Juan. El criado, único testigo, no puede razonar por qué tiene las manos y la ropa totalmente cubiertas de sangre. Para justificarse, contará diferentes versiones sobre la atípica relación de amistad, sexo y amor que compartieron juntos.
La versión del clásico de August Strindberg a cargo de Xoán C. Mejuto propone un juicio a Juan. Un juicio al propio autor. La idea parte de una intuición de actor: Juan miente; y es apoyada por la visión cinematográfica de Iria Ares, actriz y directora de cine. Las aportaciones de ambos otorgan al montaje una visión más cinematográfica y nueva, enfocada en el campo del thriller moderno. La acción empieza en una mesa de interrogatorio, con Juan declarando en tiempo presente, y salta constantemente a una serie de flashbacks, -algunos de ellos ‘mentirosos’-, que aportan una fuerza a la escena que no tiene el texto original. El intento artístico es la desarticulación del concepto mismo de verdad.
Juzgar unos hechos nos sirve solamente para cerrar una historia que restablezca el equilibrio. Pero algunas historias no pueden cerrarse nunca y es entonces cuando la existencia se hace insoportable.