Es una obra que pretende ser un homenaje a Tennessee Williams. Está construida en base a dos perlas dramáticas del autor norteamericano.
Veintisiete vagones de algodón
Los Meighan (Jake y Flora) viven en el campo, en una casa cercana a las plantaciones de algodón que llenan las riberas del delta del Missisippi. Su vida transcurre aparentemente plácida, sin que parezca ningún problema la acusada diferencia de edad que existe entre ambos.
Pero la revolución industrial está transformando de manera radical los usos y costumbres de las gentes que viven de extraer y limpiar el algodón (y que van a tener que abandonar su trabajo manual, y con ello su salario, ante el empuje arrollador de la nueva maquinaria).
En un momento de desesperación, Jake quema una noche con gasolina ardiendo una de las máquinas desmotadoras: aquella acción va a ser el pistoletazo de salida para la entrada en un túnel desconocido que acabará por afectar de lleno a su relación de pareja…..al aparecer en escena un joven y extraño intendente (enviado a la zona para esclarecer lo ocurrido) y llamar una mañana a la puerta de los Meighan. Nada volverá ya a ser igual.
Háblame como la lluvia
El vuelve a casa ya de madrugada, después de una intensa noche de sexo y borrachera.
Ella le ha estado esperando con la mirada perdida a través de la ventana mientras una lluvia incesante, implacable, no ha cesado de caer. Sus pensamientos llevan horas zambulléndose en un universo sereno, silencioso, escondido… yendo y viniendo entre un mar de arrullos y unos atardeceres ficticios que hace tiempo dejaron de existir. Desde ese lugar hipnótico y ausente, intenta responder al recuento que él hace de una velada empapada de excesos y de alcohol.
Del brumoso monólogo inicial del hombre pasamos al que de alguna manera supone la lánguida contestación de la mujer, que ni siquiera parece ir destinada a la protesta.
En palabras del propio autor… «tanto el reproche como el arrepentimiento están ya tan gastados, que lo único que queda es una herida aceptación de algo irremediablemente inalterable entre los dos».
El desgaste de una convivencia que empezó entre posibles ilusiones… una vez más a la escena.