SUSCRÍBETE
Cada_atomo_de_mi_cuerpo_es_un_vibroscopio_Godot_02

Hellen Keller y Anne Sullivan, superación y mística

“Nuestra verdadera misión es aportar poesía a lo real”

Hablamos con Eva Rufo y Rakel Camacho, actriz y directora respectivamente de Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio, y motores de este proyecto largamente acariciado que, por fin, ve la luz en el Teatro de La Abadía.

Una invitación a reflexionar sobre cómo enfrentarse a las limitaciones a través de la figura de Hellen Keller, gran escritora y sufragista, que gracias al apoyo y las enseñanzas de Anne Sullivan, logró superar su sordoceguera, convirtiéndose en todo un referente de la cultura y el pensamiento de su época. Toda una inspiración para que esta producción haya podido estrenarse.

Todo nace a partir de una idea de Eva Rufo, de la necesidad de hablar sobre Helen Keller, ¿quién es y porqué ese interés?

Eva Rufo: Todo nace hace 5 años a partir de una lectura del libro El mundo en el que vivo que escribió Hellen con 24 o 25 años. Lo que me dejó noqueada fue cómo alguien que accede al lenguaje con 9 años, en unas condiciones tan precarias, es capaz de alcanzar una altura literaria y poética propias de Santa Teresa. Ese viaje del lenguaje fue el que primero me enganchó. No era sólo el límite de la sordoceguera, sino cómo alguien se sobrepone a ese límite y lo desarrolla hasta superar con creces al resto de humanos que ni siquiera tenemos ese tipo de limitaciones. Me obsesioné con ella y empecé a buscarla en libros y en internet, hay un montón de documentales y piezas cortas que se hicieron en los años 50, y cuando vi su sonrisa, cómo se relacionaba con el mundo, a partir de un constante asombro, dije: “Aquí tengo que hacer algo, tengo que contarle al mundo que esta señora existió”. Sabía que no iba a hacer un biopic y que, desde luego, yo quería interpretarlo, soy actriz y es a lo que me dedico. Pero no sabía bajo qué forma hacerlo.

Rakel Camacho: Lo importante a destacar de Helen Keller es su simbiosis con Anne Sullivan que fue quien le ayudó a descubrir el mundo a través del tacto, después le enseñó a pensar y luego a hablar. Estamos hablando de finales del siglo XIX cuando la sordoceguera se consideraba poco más o menos un retraso mental.  No solo es una historia de superación, sino de cómo trasciende. Hellen Keller se convierte en escritora que destaca por cómo se acercó al pensamiento místico. Su forma tan sumamente bella y poética que le acercaban a la mística y al éxtasis. Cuando lees los libros flipas mucho por la construcción de pensamiento que tiene, una cosa es hablar de ella y otra leer sus libros, que es lo que te impacta realmente. ¿Cómo es posible que esta persona haya conseguido llegar a este lugar, a esta ascesis mística? ¡Es muy fuerte!

 

¿Hacia dónde pretende llevarnos Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio? ¿qué quiere evocar?

Rakel Camacho: Eva tenía muy claro que quería contar cómo nos servimos de un referente que tiene unos límites muy determinados para comprender cuáles son nuestros límites y cómo los atajamos.

Eva Rufo: Encontrar a Rakel fue determinante para darle un rumbo al proyecto. Ella trabaja mucho desde lo visual, desde lo performático, ella mezcla muchos lenguajes y a mí eso me parecía indispensable para tratar un tema como este, sobre todo, desde un lugar alejado del teatro más convencional, del teatro de texto. Somos conscientes de que nos hemos metido en un jardín enorme porque contar la historia de estas dos mujeres es muy difícil, pero disponemos de una herramienta fundamental que es la libertad y el juego que da el teatro, y nos permite mezclar estilos, códigos y, partiendo de nosotras, dialogar con este material.

 

 

Además de la dirección, Rakel Camacho firma la dramaturgia junto a David Testal, ¿de qué manera habéis confeccionado esta historia?

Rakel Camacho: David es director de cine y guionista, con lo que es una manera diferente de asumir una dramaturgia teatral. En la obra no hay momentos muy explícitos que digan “hemos llegado a esta conclusión o esto es así”. Me cuesta ser explícita porque eso ya se cuenta desde la acción. Se entenderá como un poema. El espectador también tiene que hacer su parte de trabajo y completar, eso es lo hermoso, ese espectador activo que lo hace desde su experiencia vital. Es una creación muy contemporánea, más contemplativa, metateatral.

La transdisciplinariedad es la que manda. El uso del audiovisual de David Martínez, el movimiento de Julia Monje, la actuación, la acción performativa, la iluminación de Javier Ruiz de Alegría, la escenografía de José Luis Raymond o la música de Miguel Gil, muy importante, va abocado a una dramaturgia de la imagen y a un darle forma a un contenido para conseguir ese equilibrio entre la forma y el contenido. Es un trabajo muy en equipo, por eso es muy complejo. Cuanto más se trabaja en equipo, es mucho más maravilloso, pero también más complejo.

 

Ha sido un largo camino de cinco años hasta poder llegar a estrenar, imagino que ha entrado y salido mucha gente del proyecto, ¿no?

Eva Rufo: Lo que me ha enseñado este proyecto es que esto es un trabajo en equipo de gente que se va sumando, o que te apoyan con lo que tienen, y que luego, de repente, se tiene que bajar del carro. Cada persona a la que le contaba el proyecto se quedaba enganchada, quiero creer que no solo se quedaban enganchados por la historia, sino que se quedaban enganchados porque era algo puro, reconocían el impulso que hay detrás. La manera de sumarse que ha tenido cada persona a la que se lo he contado, ha sido clave para que hoy estemos haciendo esto.

Ahí estaba María Morales, que en principio era mi compañera, pero como se alteraron todas las fechas, con todo el dolor de su alma, se tuve que bajar. Eso supuso una crisis brutal en la que me planteé incluso cancelarlo, pero había ahí algo que me decía que no, que esto tenía que salir, que esta historia había que contarla. Hemos estado años, primero nos fuimos a hacer unas residencias en Torralba de Ribota, a Pueblos en Arte; luego los Kamikaze nos prestaron su espacio para comenzar a investigar. Miguel Cuerdo nos apoyó, Eduardo Vasco, Jesús Sala de Kendosan que era nuestro productor, que se tuvo que bajar por la pandemia… Son gente que ha colaborado hasta donde ha podido, han sido potenciadores del camino. Hasta llegar a Producciones Rokamboleskas y Hugo Álvarez Domínguez que, después de leer la primera versión del texto, dijo: “A mí esto me interpela. Me parece importante que se cuente encima de un escenario. Yo quiero colaborar”. Para mí esto ha sido la clave para saber que lo que estamos haciendo tiene sentido. Puede gustarte más o menos, pero eso no es lo importante.

 

Es verdad que tanto en la vida como en lo profesional hacemos las cosas pensando en el resultado, cuando lo importante es el camino y ese afán por el resultado nos pierde.

Eva Rufo: Yo me he pasado mi vida pensando en el resultado. He trabajado años pensando en el resultado porque es lo que me ha enseñado y porque es un tipo de teatro, que no es ni mejor ni peor, pero que es un tipo de trabajo en el que había aprendido a enfrentarme desde ahí. Gracias a esto he podido poner en práctica otro camino. El resultado en realidad es la consecuencia de trabajar desde la honestidad. Creo que si eres honesto con lo que haces el resultado es lo de menos, lo importante es que la historia llegue.

 

Junto a Eva en escena se encuentra Esther Ortega. Imagino que el trabajo, la conexión entre vosotras, ha tenido que ser máxima, ¿cómo ha sido el trabajo entre ambas actrices? ¿desde dónde se ha trabajado?

Rakel Camacho: Llevamos la ventaja de que ellas dos se aman mucho ya fuera del escenario, la confianza ha facilitado mucho las cosas. La conexión, la piel, el decir, ya fluye entre ellas, pero es que esta obra no puede ser de otra manera. Es un trabajo muy arriesgado para ellas, pero para bien. Yo el riesgo en el teatro lo entiendo como algo muy positivo.

Eva Rufo: He tenido la inmensa suerte de que Esther Ortega, que es una de las mejores actrices que tenemos, se haya querido poner a jugar conmigo. Nos hemos tenido que emplear muy a fondo porque esto nos exige estar muy alerta, no nos permite escondernos y me gusta mucho estar experimentándolo. Cuando ya tienes experiencia en un tipo de teatro puedes caer en la trampa de esconderte detrás de la técnica, aquí es imposible, no hay escapatoria, tenemos que estar presentes porque estamos trabajando con nosotras mismas y con un material muy sensible. A parte, trabajar con Esther te hace tener que estar muy atenta porque es un obús, y eso, como actriz, es una maravilla. Lo bien que me lo paso con ella en escena es un regalo.

 

Cada_atomo_de_mi_cuerpo_es_un_vibroscopio_Godot_03
Eva Rufo y Esther Ortega, protagonistas de ‘Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio’

 

¿Qué importancia tiene para vosotras el riesgo a la hora de poner algo en escena?

Rakel Camacho: Esta obra no se puede afrontar desde el no riesgo, te lo pide porque la historia de ellas era un riesgo constante, una superación, una evolución, una progresión, un avance; desde lo salvaje hasta esa sofisticación de pensamiento. Todo lo que pasa hasta conseguir ser la escritora que ella deseaba ser, ahí hay una inestabilidad muy grande todo el tiempo que solo podemos imaginar… La imaginación es otro concepto muy importante en este proyecto porque nosotras imaginamos cómo Hellen imaginaba todo el tiempo.

Eva Rufo: Es la primera vez que, como actriz, me pongo verdaderamente en riesgo. Estaba acostumbrada a trabajar un tipo de teatro, vengo del teatro clásico, en el que el texto es lo más importante, es la semilla desde la que desarrollar el personaje y todo está puesto al servicio de eso; aquí es al contrario, parte de mí y de mis herramientas es mi condición como ser humano, más que como actriz.

 

¿Cómo se lleva el mundo de las sensaciones y de los sentimientos de Hellen al escenario?

Rakel Camacho: Había algo de lo que siempre quise huir que es lo sensorial, ese teatro de los sentidos, este no era el proyecto. Tiene más que ver con la percepción, el pensamiento, la mística, ese es el viaje. Llega un momento en el que los personajes y las actrices se funden. Partimos de un referente, luego vamos a las actrices y luego personajes y actrices se funden, ese es un poco el periplo. Para mí es muy importante la forma en la que el teatro es recibido y sentido. Donde todas las disciplinas tienen que estar conviviendo a tope.

“A través del tacto conquistaremos el paraíso” decía Hellen Keller. Es muy importante el tema del tacto, es el rey de los sentidos, con el que las personas con sordoceguera van a descubrir el mundo. Una época como esta en el que el tacto es algo que está tan ansioso por manifestarse, adquiere un sentido aún mayor. Ahora tiene un extra, un plus, cómo una persona enseña a través del tacto. Nosotros tenemos una suerte enorme de contar con una especialista en el Lenguaje Dactilológico Apoyado como Julia Monje, es asesora en sistema de comunicación y ha trabajado mucho con personas con sordoceguera. Se ha abierto un mundo ahí.

 

Eva, ¿cómo has trabajado la sordoceguera de Hellen Keller? ¿Desde dónde lo abordáis sobre el escenario?

Eva Rufo: Abordar las diferentes discapacidades en escena es un tema muy sensible. Nos hace tener que ponernos las pilas y abandonar un poco esa condescendencia con la que se ha ido abordando la discapacidad en la historia del teatro.

Sé que vamos a levantar suspicacias ¿Cómo una actriz que no tiene esos límites, vamos a llamarlo así, se enfrenta hoy en día con todo lo que sabemos y lo que hemos avanzado, a esto sin caer en el maniqueísmo o en la condescendencia o el privilegio, del que tanto se habla también? Yo creo que desde la honestidad, eso es lo fundamental, y agarrándonos a las posibilidades que da el teatro. Es decir, yo juego y es importante decir que es juego porque es lo que estamos haciendo sobre el escenario. Juego a que no veo ni oigo, de verdad. Me anulo esos dos sentidos y trabajo desde ahí para que el espectador pueda imaginar que en escena está teniendo lugar algo que podría parecerse a la realidad, pero que, tanto espectador como nosotros, sabemos que no lo es, pero que a la vez nos permite darle un punto de vista poético sobre la realidad que creo que es nuestra verdadera misión, aportar poesía a lo real porque, si no, ¿para qué? ¡Qué coñazo!

 

Cada_atomo_de_mi_cuerpo_es_un_vibroscopio_Godot_06
La actriz Eva Rufo, motor del proyecto

 

¿Cuáles han sido los límites y los obstáculos que habéis tenido que salvar para llegar, por fin, a estrenar esta producción?

Rakel Camacho: El dinero fundamentalmente. Es muy difícil, sino imposible, levantar un espectáculo en el que todo el equipo cobre de una manera digna, y pueda llegar a estrenarse. Es que es como una utopía. Si no hubiera sido por el apoyo de La Abadía, que ha sido fundamental; si no hubiera sido porque Rokambolescas se ha sumado con su dinero o por Hugo que está arriesgando su dinero, esto no hubiera podido salir adelante.

Eva Rufo: En mi caso te hablaría del miedo que da que te juzguen, no solo como actriz sino como creadora, es decir, poner en juego otras partes de mí que no habían estado nunca tan expuestas como ahora. Y en esto, estas dos señoras han sido unas maestras porque a Hellen Keller le importaba bastante poco lo que los demás pensaran de ella, y en eso ha sido mi maestra porque a mí sí me importa, soy actriz, vivo de la mirada ajena. Y luego los límites físicos porque, aunque estoy formada en danza, no había hecho nunca un trabajo en el que tuviera que moverme plásticamente tanto, a ponerme al servicio de una coreografía como la que ha planteado Julia. Esther y yo somos dos mujeres de cuarenta años con las limitaciones físicas y corporales que tienen las mujeres de cuarenta años. Pero te puedo decir que cualquier límite ha sido un regalo para mí. La manera en la que estoy trascendiendo mis propios límites y mis propias capacidades en este montaje están siendo un regalo.

 

Eva, eres Diplomada en Educación Especial, ¿de qué manera ha influido en tu trabajo para esta producción?

Eva Rufo: En todo. Es mi otra vocación. Creo que siempre he tenido una inquietud por explorar los límites de este mundo, es parte fundamental para que se despertara en mí esta obsesión con esta mujer. Creo, además que mi responsabilidad como actriz, como creadora y como diploma en magisterio en educación especial, está en contarle al mundo ejemplos y referentes. ¡Y este es un referente brutal! Luego, a la hora de trabajar y encauzar el proyecto, no podríamos haberlo hecho sin contar con una persona especializada y de referencia como es Julia Monje, ella es, aparte de la coreógrafa, intérprete de lengua de signos, también es intérprete de personas con sordoceguera. Sin el rigor que da el punto de vista de Julia, no podríamos habernos enfrentado a esto, habría sido una falta de respeto.

 

Ya que habláis del mundo y el entorno de las personas sordociegas, ¿habéis trabajado en la accesibilidad del espectáculo? (Al cierre de la edición la compañía estaba trabajando en la accesibilidad del espectáculo)

Eva Rufo: Es un tema del que hay que hablar porque es un límite enorme que nos estamos encontrando. ¿No se supone que es en beneficio de todos? ¿Por qué es tan caro poder hacerlo accesible? ¿por qué no hay ninguna empresa pública que pueda apoyar de alguna manera que gente con diferentes capacidades puedan acceder a la Cultura? Nos hemos encontrado con un muro inmenso.

Rakel Camacho: Estamos en proceso. No sabía cómo era este tema, para mi cualquier teatro público tenía ese pacto con la accesibilidad por narices, pero no es así. Nosotros, como productora independiente estamos haciendo el gran esfuerzo de conseguir que personas, tanto sordas como ciegas, puedan recibir el espectáculo. No es una capa extra, está integrado en el espectáculo en sí.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

Comparte este post