Foto: maykiso
Levantarse un día con la sensación de no ver nítido, no apreciar las formas definidas, preguntarse qué será aquella borrosidad que se presenta como cuerpo indeterminado. Moverse en la oscuridad mientras todas las sombras emergen desequilibradas, llorar hacia dentro mientras pedaleas en bici bajo una lluvia salada. Mirarse hacia atrás con las manillas haciendo un sprint final. Perderse en lo desfragmentado. Comerse el grito. Someterse a la intriga de lo no nombrado.
Esto no es una pesadilla. Esto no es una realidad ‘ficcionada’. Esto no sabemos lo que es y esto no tiene título.