Levante es una obra que habla de lugares, de personas, de nuestra historia, de pasiones, de luchas, de esperanzas. Levante habla de sentimientos y de sensaciones. Levante es una historia de amor impensable en un tiempo imposible.
Con Levante se nos viene la imagen de las hijas de Bernarda Alba cosiendo el ajuar en un encierro interminable. Igual que la imagen de muchas madres en las tardes de costura con el sonido acompasado de la radio y el sol entrando por la ventana y los hilos flotando en el aire.
Hay unas muchachas y una madre y un novio. Y también hay una fiesta y un destino y una guerra. Y hay una maestra. Y la historia que se repite porque no se puede contar. Y un devenir extraño que empuja a los personajes a sufrirlo y los personajes se empeñan en llevarle la contraria. Y por fin el destino se va encajando a medida que la vida se desencaja en una España rota de dolor de fusiles y traiciones.
Levante es una obra comprometida con nuestra historia. Pero la historia no son solo los grandes hechos, sino también las dificultades de los seres anónimos, el día a día de quienes tuvieron que vivir a golpe de silencio. Levante habla de todo ello y habla de la esperanza, cuando parece que todo está perdido.
Influenciada por el legado de Federico García Lorca, su historia traslada al público a la Extremadura de 1931. Se trata de un tiempo oscuro lleno de miseria y hambre. La confección de la Segunda República y los vaivenes políticos se entremezclan con una sociedad profundamente católica y conservadora. Inés y Susana viven en Salvatierra, un pequeño pueblo en el que tratan de sobrevivir.
Susana va a casarse, pero poco antes de celebrarse la boda, se da cuenta de lo que realmente siente por Inés. Es algo más que amistad y decide confesárselo. Ambas comienzan un romance que va prosperando al tiempo que todo lo que les rodea se desmorona.