El grito del cardo es un espectáculo creado para darle voz a aquello que permanece a la sombra cuando lo diferente, lo controvertido, lo que se sale de las normas establecidas, se reprime o se oculta en el olvido. La condición social con la que nacemos, nuestras circunstancias, e incluso nuestro sexo, determinan el papel en el mundo que nos es designado, limitando nuestra capacidad de libertad. Somos lo que podemos, o lo que nos dejan ser. Así, cuando intentamos trascender roles y patrones, nos topamos con una violencia que va penetrando en el alma y que deja una profunda huella en lo que somos. La huella de la imposibilidad.
A través de constantes idas y venidas en el tiempo, Mariana nos irá revelando cuáles fueron sus estrategias para poder sobrevivir en un mundo donde ser mujer, pobre y huérfana te condena a la exclusión, a la soledad. La memoria juega un papel esencial, ya que presente y pasado se van confundiendo en una habitación de constricción donde acecha la muerte. Una habitación que surge como metáfora de todo lo que escondemos de puertas para adentro: el abandono, la cerrazón, la miseria, la injusticia. Una habitación de una residencia cualquiera donde, tras años de silencio, por fin se escuchará el grito de una flor que, habiendo crecido en los márgenes de lo convencional, conserva intactas sus espinas y su dignidad.
De nuevo en formato unipersonal, Inma González protagoniza y dirige esta obra, que cuenta con dramaturgia de Sandra Jiménez y música original de Luis Miguel Lucas. La gran cantaora de flamenco Carmen Linares le ha puesto voz a dos de los temas que suenan en la función.