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Mujeres y clown

“Ser clown es ser libre del sistema y dueña de tus emociones”

 

En abril coinciden en la cartelera varios espectáculos de clown protagonizados por mujeres y hemos querido hablar con ellas. Paula Valluerca, Idoia López, Maria Andrés, Núria Cano y Roxi Katcheroff son cinco payasas contemporáneas que nos ayudan a entender esta maravillosa profesión, la de provocar la risa en los espectadores a través de mostrarse ellas mismas sobre el escenario, con la valentía de trabajar desde sus más profundas emociones.

 

Visibilizando a la mujer payasa

 

Por Sergio Díaz

Foto de portada: Maria Andrés en su espectáculo FRÀGIL

 

Visibilización. No sé si me ha sorprendido, porque era el objetivo principal de escribir sobre este tema, pero quizá no esperaba que fuera la palabra más repetida en mi primera toma de contacto con las cinco mujeres payasas aquí representadas. Pensé que ya estaba más superado o normalizado -ingenuo de mí-, quizás porque yo he visto alguno de sus trabajos y hace ya unos años, pero parece que hay que seguir reividicando y visibilizando a la mujer clown. Y a eso voy. A ver si soy capaz de hacerlo bien. Ellas se lo merecen.

Y lo principal es empezar por definir de lo que estamos hablando. Estamos hablando con cinco artistas muy distintas que aunque partan de un mismo idioma escénico, su forma de transmitirlo es diferente y también su forma de entender y vivir el clown. ¿Pero qué es ser una clown para ellas? Porque todos tenemos la imagen en la cabeza de los tirantes y los zapatones, pero hay mucho más, como nos dice Paula Valluerca: “hoy en día, el clown no solo tiene que ver con eso. Aun así, el nuevo concepto no ha llegado a calar del todo y es mucha la gente que todavía relaciona la palabra clown con fiestas de niñxs, globos y flores que escupen agua. Pero el clown es mucho más, es un lenguaje teatral que requiere poner lo que te hace ridícula a disposición del público”. Para Maria Andrés “ser clown es SER, sin más. Hacer sin pedir permiso”, para Roxi Katcheroff: “las payasas somos las artistas de las emociones”, y para Idoia López “ser clown es ser libre del sistema y dueña de tus emociones”. Emociones, una palabra también muy importante y que iremos repitiendo a lo largo del texto.

 

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Paula Valluerca es Madame Señorita en ‘Quest!on’

 

Reivindicando la palabra

Pero también la misma forma de definirlo genera debate, ¿clown o payasa? Quizá se utiliza el termino en inglés por la connotación negativa que le hemos dado a la palabra payasa en castellano (yo lo voy a usar indistintamente, si me lo permiten). Y quizá ya va siendo hora de cambiar eso. “A mí me encanta payasa, aunque a veces, me gusta escribir clown porque no tiene género. Sin embargo, apropiarnos de payasa, como han hecho colectivos como el gay con la palabra maricón, me gusta, aunque haya habido veces, que por evitar la broma, me he protegido diciendo que soy clown. Estoy en ello…”, nos cuenta Núria Cano. Roxi Katcheroff lo tiene claro, “para mí es un honor ser payasa”; al igual que Idoia López, “claro que hay que reivindicar la palabra payasa y no sólo con la connotación femenina. Se hace necesario reivindicar un uso del lenguaje sensato. ¡El mundo no es un circo como dicen! El circo es divertido y todas las personas se divierten. Y el/la payasa tiene un papel muy importante en esto”. Y lo mismo opina Maria Andrés, “sin duda que hay que reivindicarla y mi lucha es decirla cada vez más fuerte”. Pues en eso estamos, gritando bien fuerte la palabra PAYASA para reivindicarla y para despertar vocaciones en una disciplina complicada.

 

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Roxi Katcheroff en ‘Una Mujer Incoveniente’

 

Elegir una vida a través de la sonrisa

Y es que siempre digo que dedicarse a las Artes Escénicas me parece un gran acto de valentía y entrega, por las enormes dificultades que hay en el camino. Pero si además lo haces en disciplinas como la danza o el circo que normalmente tienen un circuito más pequeño en el que poder mostrar tus trabajos, pues tiene doble mérito. Pero el cuerpo suele hacer lo que el corazón dicta y la pulsión interna que sientes te hace escoger un camino, aunque no parezca el más adecuado. “Yo quería ser payasa desde pequeña -nos cuenta Roxi Katcheroff- y así lo dije en una cena familiar en los años 80. Un tío mío me dijo que de eso no se podía vivir, que solo llegaban a ser humoristas unas pocas y que eran mujeres verdaderamente guapas y que no era mi caso. Ya de mayor vivía y trabajaba en Madrid y estando de gira por Buenos Aires, mi ciudad, al terminar una de las funciones, se acercó mi tío y me dijo que lo había conseguido, que había conseguido vivir de lo que me gustaba y que eso es el mejor triunfo de la vida. Ahí me di cuenta de que había cumplido aquel sueño de niña, el de hacer reír y emocionar era mi camino”. En la misma línea se muestra Paula Valluerca, “lo supe cuando entendí que me encanta hacer reír al público y me puse a trabajar duro para poder vivir de esto”. “Yo soy tremendamente indecisa y al mismo tiempo hay cosas (pocas) que tengo tremendamente claras. Una de ellas es ésta. Hay algún lugar en el lenguaje del clown en el que me siento reconocida sin saberlo”, nos dice Maria Andrés. “Yo saboreé a mi payasa de circo en un largo viaje en el que debí ganarme la vida en la calle. Después retomé mi antigua vida de psicóloga, pero en un momento dado levanté alas y aposté por seguir el camino artístico, a pesar de todo”, nos comenta Idoia López. Y Núria Cano abrazó esta forma de expresión a través de su formación como sexóloga: “Vi que hacer educación sexual a través de la risa era la fórmula perfecta para mí. También es una manera de mostrarme y que la gente vea una fortaleza en las vulnerabilidades, y se pueda sentir identificada con eso también”.

 

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Nuria Cano. Foto: Sara Sda

 

Construir a través de las emociones

En las conversaciones lo que se pone de manifiesto es la importancia de las emociones en su trabajo, tanto a la hora de dedicarse a ser clown, en un plano más íntimo, quizás, como a la hora de construir sus personajes y mostrarse al público, en el que se van superponiendo las emociones que nacen de lo personal con otras más ajenas que pueden canalizar a través de un alter ego. Pero es un trabajo y un arte tan especial que muchas veces no es fácil distinguirlas. Maria Andrés, por ejemplo, trabaja desde ella misma, desde su verdad. “Es que no sé hacerlo desde otro lugar. Es una invitación a entrar en mi mundo. Todo eso que soy y siento se traslada (quiera o no) a escena. Y es la mirada de mi payasa y su incontinencia gestual quienes lo cuentan”. También hay mucho de Roxi Katcheroff en sus creaciones: “este último espectáculo es muy autobiográfico, en él pongo sobre la mesa mis propias frustraciones, los cambios corporales, mis kilitos de más, la maternidad…”. Idoia López lo tiene aún más claro: “mi alter ego no existe. Es mi ego completo el que se sube a escena… ¡qué dolor! (Risas)”. Paula Valluerca sí que juega un poco más entre ambos planos. Ella utiliza a Madame Señorita en sus espectáculos. “Yo intento trasladar las emociones que funcionan con el público. Por ejemplo, al público generalmente le gusta verme pasándolo mal. Entonces, le presto el dolor de Paula a Madame Señorita. Pero sólo puedo prestarle un dolor que no pese demasiado. Madame Señorita no puede jugar con el dolor que se te queda cuando alguien muere. El dolor de la voz en mi cabeza que me dice que no voy a llegar a ganar un Goya jamás si sigo por este camino, ese sí es un dolor con el que se puede jugar. Son las emociones ligeras las que le presto a mi payasa. Pero no por ser más ligeras son menos reales”. Al final el resultado es el mismo, su verdad, la verdad de estas cinco mujeres que vemos en cada uno de sus espectáculos.

 

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Idoia López en ‘¡Qué circo de mujer!’

 

Visibilización artística

Y esa verdad, ese esfuerzo, todo ese trabajo que hay detrás de cada una de sus creaciones necesita poder mostrarse, necesita apoyo, necesita… ¿Qué necesitan las payasas? “Pues muchas cosas. Yo echo en falta un circuito donde haya una programación más diversa, con otros cuerpos, otras miradas y donde quepamos todes. Ahora mismo en este mundo pandémico se ha tirado mucho de caras conocidas, de grandes éxitos…y al final, los discursos son los mismos. Esto está bien para un público, pero no para todas las personas”, explica Núria Cano. Para Maria Andrés hace falta un circuito mayor, y es que “el clown forma parte de esas disciplinas artísticas minoritarias que tienden a estar ligadas a contextos específicos a veces muy limitantes o equivocados. Es difícil encontrar espacios donde se valore el clown dignamente sin dar por hecho que es humor superficial para público infantil”. En la misma línea se muestra Idoia López: “el circo todavía no tiene un espacio público reconocido, ha sido un arte relegado, digamos que víctima también… Así, todavía queda mucho por reivindicar. En España el circo no está reconocido oficial ni institucionalmente, por muchos esfuerzos que las profesionales de este sector están haciendo. Y hablamos del siglo XXI”. Paula Valluerca ahonda un poco más hablando de la precariedad del sector: “hay muchas payasas, pero están abandonadísimas de las carteleras de los grandes teatros y de las instituciones públicas. Para que demos lo mejor de nosotras necesitamos que las programadoras nos vengan a ver, estructuras donde apoyarnos, teatros acogedores con equipos que se ocupen de la producción…”. Y Roxi Katcheroff finaliza diciendo que “me gustaría ver más programaciones de humor femenino para poder mostrar nuestro trabajo. Es necesaria una mayor visibilidad, sí”.

No sé si al final habremos conseguido ayudar en algo a esa visibilidad, pero lo hemos intentado. Lo que sí puedo decir tras hablar con ellas, tras conocerlas un poco y sentir de alguna manera lo que quieren transmitir con sus creaciones -emociones muy necesarias hoy en día-, es que ojalá yo tuviera la mitad de coraje que estas cinco mujeres. El coraje de ser payasas.

 

Aquí podéis leer todas las entrevistas que amablemente nos han concedido. Palabras que emocionan, refuerzan, visibilizan y reivindican a la mujer clown. A la mujer payasa. A la mujer.

-Paula Valluerca

-Roxi Katcheroff

-Maria Andrés

-Idoia López

-Núria Cano

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