Manuel, un maestro rural que vive feliz y apaciblemente con su mujer y sus tres hijas menores de edad, un día cegado por el sol atropella en un cruce al ciclista Acebal y destroza su bicicleta. El ciclista se muestra muy apenado por este hecho y despierta la compasión de Manuel.
El hombre atropellado visita al maestro dos días después en su casa a horas intempestivas para paliar su soledad y para salir a montar juntos en bicicleta. Desde el primer momento el atropellado inspira un sentimiento de repulsión en el maestro que apenas sabe cómo disimular. Acebal es un hombre rústico, cerril, reaccionario, exaltado y aparentemente ingenuo que diseña en su ilusoria cabeza una serie de máquinas delirantes, insensatas y utópicas que faciliten las relaciones humanas.
Un día Acebal se aparece en el colegio de Manuel con el fin de seducir a alguna de las compañeras maestras, lo que provoca el desconcierto y la irritación sorda en el maestro. Al mismo tiempo va mostrando un interés creciente hacia la hija adolescente de su amigo, provocando un sentimiento de aversión que envenena el alma del Manuel.
El atropello hará que surja un vínculo fuerte, tenaz y sumamente destructivo entre ambos personajes. El ciclista Acebal se infiltrará cada vez más en la vida familiar y laboral de Manuel hasta convertir su existencia en un tormento y al final hará que su presencia resulte tan sofocante como necesaria, y todo llegue a un punto de no retorno.