Por Javier Hernández-Simón
Fotos: marcosGpunto
En ocasiones, el amor es un mar profundo donde morimos ahogados, un lugar que al mismo tiempo es prisión y horizonte, un tiempo parado donde ni tan siquiera el aire sucede. En ocasiones el amor es un verano nevado… una quimera, un cuento que nos contamos a nosotros mismos para poder seguir viviendo.
El amor de Mariana Pineda es así.
Se ha hablado mucho de Mariana Pineda, tanto del personaje histórico como del personaje creado por el gran poeta Federico García Lorca, se ha debatido sobre si Mariana era una mujer revolucionaria o si por el contrario tan sólo era una mujer enamorada. Sin embargo, cada vez que releo el texto del genial poeta granadino, una idea me asalta la cabeza, Mariana Pineda es una persona que se atreve a perseguir sus certezas hasta las últimas consecuencias. Una mujer que se rebela contra todo lo establecido en su sociedad moviéndose al compás de su propio corazón, un corazón libre que no entiende de normas, de géneros y que sobre todo, no entiende de miedo.
Y hemos de preguntarnos como espectadores de esta carta de amor que nos escribe Federico, qué tipo de persona somos nosotros, si un torrente como Mariana o por el contrario somos islas, eternamente quietas y rocosas, como el resto de los personajes de la trama. Y no importa si hablamos de ideales, de sueños… o simplemente de amor… hay certezas que se tienen tan solo una vez en la vida…
Mariana y Federico lo sabían. Y por eso las defendieron… hasta el último aliento.